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Fiestas: Un Año en la Vida de Israel – Parte 2

por: Rebecca J. Brimmer, Presidenta Ejecutiva Internacional

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www.israelimages.com/Flavio Sklar

En el estudio anterior, “Un Año en la Vida de Israel – Parte 1,” comenzamos a ver una serie de celebraciones anuales en Israel, algunas bíblicas, otras tradicionales, y otras seculares. Lo iniciamos con Purim (Fiesta de Ester), que usualmente cae en marzo, y terminamos con Shavuot (Pentecostés) y Yom Yerushalaim, que caen entre mayo y junio. En el presente Estudio de Israel, veremos el resto de las celebraciones anuales de Israel, las fiestas otoñales.

Durante la Guerra de los Seis Días en junio de 1967, la ciudad de Jerusalén fue reunificada bajo soberanía israelí. Cada año, la ciudad de Jerusalén celebra el aniversario de esa victoria (28 de Iyar, en el calendario hebreo) con una jubilosa marcha. Hasta donde alcanza la vista, se ven banderas israelíes y un mar de personas bailando, la mayoría de ellas vestidas de azul y blanco (los colores de la bandera).

Muchos maestros bíblicos sugieren que ese junio de 1967 marca el final del “tiempo de los gentiles” (Luc. 21:24), cuando la dominación gentil de Jerusalén llegó a su fin, e Israel volvió a tener completa soberanía sobre la ciudad de Jerusalén.

Rosh HaShaná (Fiesta de las Trompetas)
Levítico 23:23-25

www.israelimages.com/Michael Levit

Las fiestas de otoño, los días más sagrados del año, comienzan con la celebración de Rosh HaShaná (que significa literalmente “cabeza del año”), el nuevo año judío del actual calendario. También se conoce como la Fiesta de las Trompetas (Yom HaTruá). Suena el shofar, o cuerno de carnero, por toda la tierra ese día, marcando el principio de la época más sagrada del año en el calendario judío. Los 10 días entre Rosh HaShaná y Yom Kipur(Día de Expiación) se conocen como los Diez Días de Arrepentimiento. Ese es un tiempo de introspección, cuando uno escudriña su alma para identificar todos sus pecados. El arrepentimiento de ellos conduce a una reconciliación con Dios y con cualquier individuo que pueda estar afectado.

Una de mis primeras memorias de Rosh HaShaná fue la de 1987. Mi esposo Tom y yo nos preparábamos para venir a Israel. Habíamos solicitado trabajar en un kibbutz, y uno de los requisitos para ser aceptados en el programa era una carta de recomendación por parte de nuestro rabino local. Por ser cristianos, no teníamos un rabino. Pero previamente, en nuestro deseo por conocer más acerca de nuestras raíces hebraicas, habíamos tomado unas clases en la Sinagoga Reformista bajo la tutela de la hija del rabino. Lamentablemente, ese rabino que conocíamos falleció unas semanas previas a nuestro viaje, y no teníamos una relación con el rabino nuevo. Como aún queríamos ser parte del programa de trabajo en el kibbutz, decidimos intentar cumplir con ese requisito.

Fuimos a conocer al nuevo rabino como una semana antes del Rosh HaShaná de ese año. Ya era septiembre, y nos quedaba sólo un mes para salir hacia Israel. Después de una muy corta relación, le pedimos al rabino una carta de recomendación. Fue durante los Diez Días de Arrepentimiento. Como él quería mantener una buena relación con Dios y sus semejantes, y no queriendo perjudicar nuestra relación, muy gentilmente nos hizo la carta. Probablemente no hubiese un mejor momento para pedirle ese favor. Obviamente, Dios estaba preparando nuestro camino.

En el Occidente, las fiestas de Año Nuevo se caracterizan por mucha fiesta y bebida. En contraste, Rosh HaShaná es un tiempo mucho más solemne, descrito por algunos como un gozo atenuado. Comienza con una época de solemne evaluación y escrutinio interno. La Biblia establece que el primer mes del año es el mes de Nisán (generalmente en abril), pero por casi 2,000 años, el pueblo judío ha estado celebrando su Año Nuevo en el mes hebreo de Tishrei (usualmente en septiembre).

¿Por qué razón ese cambio? Arthur Waskow, en su libro “Seasons of our Joy” [Temporadas de nuestro Gozo], dice que Tishrei es “el mes a principios de otoño cuando tomamos un nuevo aliento luego de los vientos secos y cálidos del verano. Porque es el séptimo mes, nos recuerda el séptimo día, el shabat (sábado), día de descanso y contemplación para tomar un nuevo aliento luego de seis fuertes días de trabajo. Al igual que el shabat, es un momento para enfocar nuestra atención hacia la suprema verdad espiritual. Por lo tanto, el nuevo año es para aprender cómo el ser humano puede dirigirse hacia Dios.”

Me gusta ese pensamiento. Cuando oigo los sonidos del shofar en Rosh HaShaná, medito en esas cosas y me siento unida al pueblo judío. Me encuentro escudriñando mi corazón para ver si hay algo que debo corregir. ¿Tengo que enmendar algunas relaciones? ¿De qué me habla Dios? ¿En qué debo concentrarme para ser la mujer según la voluntad de Dios para mi vida? Muchos escriben nuevas resoluciones cuando llega el 1ro de enero. Mi experiencia es que esas resoluciones son prontamente olvidadas. Sin embargo, el auto-examen que me hago en Rosh HaShaná y los días previos a Yom Kipur es mucho más duradero. Es una cita especial a la que anticipo llegar cada año.

Como en todas las celebraciones judías, se preparan ciertas comidas especiales que son símbolo de la época. Se comen muchas cosas dulces, usualmente manzanas con miel, para indicar el deseo de tener un año dulce. Se comen cosas redondas para representar el nuevo ciclo anual. Hay abundancia de comida, indicando la esperanza de que el año sea fructífero y próspero. El pescado se sirve con la cabeza intacta para simbolizar la cabeza del año.

Espero haberle abierto el apetito para que experimente el Rosh HaShaná por su propia cuenta. Si es así, tome tiempo para indagar en su corazón las cosas que debe hacer para rectificar la relación con sus semejantes, y de celebrarlo con sus familiares y amistades. El saludo que se suele hacer ese día es: Leshaná tová tijatevu: “Que esté inscrito [en el Libro de la Vida] para un buen año.”

Yom Kipur (Día de Expiación)
Levítico
 23:26–32

www.israelimages.com/Sammy Avnisan

Yom Kipur es el día más sagrado del año judío. Las Biblias en español lo llaman el Día de Expiación. A veces se le llama el shabat más importante de todos los shabat. En tiempos bíblicos, el Sumo Sacerdote entraba al  Lugar Santísimo para interceder por sus pecados y por los de la nación. Es un día cuando los judíos procuran el perdón de Dios. Las sinagogas se llenan a capacidad. Es un día de completa abstinencia de agua y alimento. La gran mayoría, cerca del 80% de la población, participa en el ayuno. Eso es fascinante, dado que el 50% se considera a sí mismo como secular. De hecho, personas que casi nunca observan las celebraciones bíblicas el resto del tiempo del año asisten ese día a la sinagoga.

Me encanta la manera en que Pam Edwards, nuestra representante en Oklahoma, describió su primera experiencia de Yom Kipur en Israel: “Mi primera exposición a la manera en que el pueblo judío lo celebra fue durante mi primera visita a Israel. Fue en septiembre de 1999. Había estado en Israel sólo unos días. Mi esposo y yo, y un par de amigos, nos preparábamos para salir a comer y hacer compras esa noche, y nos encontramos con que toda la ciudad de Jerusalén estaba detenida. Las tiendas, los restaurantes, los taxis, aún el aeropuerto. ¿Lo podrá usted imaginar? Era como si hubiésemos entrado a una ‘zona astral’… Lo llaman Yom Kipur. Qué concepto fascinante…cuando la gente separa todo un día de su trabajo y de hacer compras para reflexionar sobre sus vidas, hablar con Dios, buscar el perdón, y permanecer con su familia. Eso me fascinó y me intrigó tanto que tuve que averiguar más sobre eso. Pero imagínese mi sorpresa cuando luego experimenté mi primer shabat, y volvió a repetirse lo mismo. ¿Quiénes son estas personas? Una gente tan dedicada a su Dios, a su nación y a su herencia que está dispuesta a separar todo un día cada semana para honrar a Dios. De esa manera comenzó mi relación amorosa con un pueblo y una nación.”

El Yom Kipur también es un día sagrado para Dios. En Levítico 23:26-32, Dios lo establece así:“A los diez días de este séptimo mes será el día de expiación; será santa convocación para vosotros, y humillaréis vuestras almas…” En tres ocasiones Dios ordena que Sus hijos humillen o aflijan sus almas. La manera más común de interpretar eso (en Israel) es absteniéndose de agua y comida.

Me asombra ver cómo casi toda la población judía en Israel hace precisamente eso. Muchos cristianos se quejan por ayunar solamente de comestibles, pero le puedo decir por experiencia propia, que abstenerse sólo de comida es más fácil que abstenerse de comida y líquidos. Sin embargo, justo antes de ponerse el sol y comenzar el día de ayuno, comen una gran cena, y tan pronto finaliza el ayuno, preparan rápidamente una comida para todos los hambrientos.

La nación entera de Israel se detiene por 25 horas (desde una hora antes de ponerse el sol, hasta la próxima puesta del sol). Las calles están libres de vehículos, porque nadie sale excepto los árabes y las personas que tengan alguna emergencia. Los niños y adolescentes se aprovechan de las calles vacías, y se entretienen con bicicletas o patines; todos caminan por el medio de la calle, el único día del año en que eso es posible.

Cada año, mi esposo y yo nos unimos a ese tiempo de oración y ayuno. Hacemos una auto-evaluación y buscamos el rostro de Dios. A menudo el Señor alumbra nuestros corazones y encontramos algo de qué arrepentirnos. Obviamente, nos debemos arrepentir de nuestros pecados diariamente, y no esperar ese día, pero Yom Kipur es un día especial para el arrepentimiento. Nos reunimos con amistades y familiares para arrepentirnos, orar por Israel y procurar el rostro de Dios para el año entrante. No es fácil, pero es un buen día para unir nuestro corazón al del pueblo judío.

Sucot (Fiesta de los Tabernáculos)
Levítico
 23:33–43

www.israelimages/Iral Tal

Sucot es una fiesta alegre en el calendario judío. Sucot es la forma plural de sucá, que significa tienda, cabaña o caseta. Se denomina en la Biblia como “tabernáculo.” Esa fiesta conmemora el viaje que hicieron los israelitas, bajo el liderato de Moisés, desde la esclavitud en Egipto hasta la libertad en la Tierra de Israel hace 3,500 años. Vagaron por el desierto durante 40 años mientras vivían en frágiles tabernáculos. Por generaciones, el pueblo judío ha tenido la costumbre de construir una sucá en su patio o balcón en obediencia al mandato bíblico.

Se puede construir una sucá con un simple marco en metal o madera, y luego cubrir las paredes con telas, alfombras o frazadas. El techo se hace de ramas de palmera, con suficiente espacio entre las ramas para ver las estrellas. El tabernáculo debe ser suficientemente grande para acomodar una mesa, porque la familia come dentro durante los siete días de la fiesta. Varias familias se pueden unir para construir una sucá, y decoran las paredes con dibujos, artesanías y flores, y cuelgan frutas desde el techo de palmas. Se utiliza la mayor cantidad de veces como posible durante la semana: para sentarse a conversar, para comer, para cantar, o para entretener a amistades. A veces algunos duermen en la sucá. De noche, la temperatura puede ser bastante fría, y planifican sus actividades y comidas alrededor del clima.

No se reúnen meramente para comer, sino también para narrar la historia del éxodo y leer porciones bíblicas. Se canta y se agradece la provisión de Dios durante esos 40 años en el desierto. Todo sirve como recordatorio de su transición desde la esclavitud hasta la libertad. La fragilidad de la estructura sitúa a todos en el mismo nivel social durante esa semana. También es recordatorio de que somos frágiles criaturas, en total dependencia de la protección y provisión de Dios.

Sucot, la tercera fiesta de ascensión a Jerusalén, coincide con el final de la cosecha frutal. En la antigua Israel, cuando los agricultores subían a Jerusalén, llevaban parte de sus cosechas a Dios en el Templo.

www.israelimages.com/Karen Benzian

No se reúnen meramente para comer, sino también para narrar la historia del éxodo y leer porciones bíblicas. Se canta y se agradece la provisión de Dios durante esos 40 años en el desierto. Todo sirve como recordatorio de su transición desde la esclavitud hasta la libertad. La fragilidad de la estructura sitúa a todos en el mismo nivel social durante esa semana. También es recordatorio de que somos frágiles criaturas, en total dependencia de la protección y provisión de Dios.

Sucot, la tercera fiesta de ascensión a Jerusalén, coincide con el final de la cosecha frutal. En la antigua Israel, cuando los agricultores subían a Jerusalén, llevaban parte de sus cosechas a Dios en el Templo.

Simjat Torá
(Regocijo en la Torá)

www.israelimages.com/Hanan Isachar

La Fiesta de los Tabernáculos, la más alegre de las tres fiestas de ascensión, es seguida por un día especial llamado Simjat Torá. En ese día, se termina el año de lectura semanal de la Torá (Génesis a Deuteronomio). Tan pronto se termina de leer la última palabra en Deuteronomio, el rollo se vuelve a enrollar a su principio, y se leen los primeros versos de Génesis como indicio de que el estudio de la Torá es un ciclo que nunca termina.

En este día tan singular, uno puede entrar a cualquier sinagoga del mundo y encontrar una escena de bullicio y alegría. Bajan todos los rollos de la Torá del “arca,” un gabinete con tallado elaborado, y las cargan en una procesión en el interior de la sinagoga por siete vueltas. En sinagogas donde generalmente las mujeres son separadas de los hombres, se les permite unirse a la congregación para tocar y besar los rollos de la Torá. Durante la procesión, los miembros de la congregación toman turnos cargando los rollos, cantan alegres canciones de alabanza, y algunos niños agitan banderas decoradas con rollos de la Torá. Incluso, algunas banderas llevan en la punta del asta una manzana y una vela alumbrada.

Ese día, los adultos elegibles comparten la lectura de la Torá, incluyendo algunos niños, que suben a la plataforma para leer de ella. Este servicio en la sinagoga es la más alegre y ruidosa de todo el año, y generalmente la procesión continúa en las calles cercanas, donde muchos espectadores se unen al cántico y a la danza.

Esta celebración de Simjat Torá fue descubierta por primera vez durante la década de 1960 por estudiantes judíos rusos. Cuando a los judíos de Rusia se les permitió nuevamente practicar la religión después de tantos años, de repente salieron a las calles de Moscú y San Petersburgo. Marchando alrededor de las sinagogas, era una oportunidad para afirmar y celebrar su fe judía en público. La prensa occidental y muchos visitantes fueron atraídos a esas manifestaciones. Llegaron a simbolizar el deseo y derecho de vivir abiertamente como judíos, o de abandonar la Unión Soviética, si así lo deseaban. Contagiaron a los judíos alrededor del mundo, quienes también formaron sus convocaciones, marchas y manifestaciones públicas de Simjat Torá en solidaridad con sus hermanos judíos soviéticos.

Un visitante que llegó a San Petersburgo durante esos días de vertiginoso entusiasmo describió su experiencia de la siguiente manera: “Lo que más me sorprendió fue que habían miles y miles de personas, que seguían llegando y llegando, quienes conocían las canciones y danzas judías. De alguna manera, esa música había sido preservada en las familias, aún entre los que no practicaban el judaísmo ni habían entrado nunca a una sinagoga.” Ahora muchos de esos estudiantes judíos rusos celebran Simjat Torá en su antigua y moderna tierra de Israel.

Jánuca (Festival de Luces)
Juan 10:22

www.israelimages.com/Raffi Rondel

Entre el tiempo de los eventos del Antiguo Testamento y los del Nuevo Testamento, hubo una serie de luchas entre el helenismo (vida y costumbre griega) y la vida y práctica hebraica en Israel. Muchos comenzaron a parecerse más griegos que judíos, abandonando los caminos de Dios por los caminos de su mundo “moderno.” Sin embargo, muchos judíos temerosos de Dios rehusaron adoptar el helenismo. Una familia, llamada los macabeos, dirigió una rebelión contra el helenismo y los gobernantes griegos de su día. De manera milagrosa, resultaron victoriosos contra fuerzas mucho más poderosas que ellos. Luego de la victoria, desearon rededicar el Templo, el cual había sido profanado por el sacrificio de cerdos en el altar. Lamentablemente, sólo hallaron una vasija de aceite ritualmente puro para alumbrar la menorá (candelabro) del Templo. La tradición relata que esa vasija de aceite alumbró el candelabro por ocho días, el tiempo que se requería para preparar más aceite.

Por esa razón, se celebra Jánuca, una fiesta de ocho días para conmemorar el milagro de la multiplicación del aceite. Se preparan comestibles cocidos en aceite, como “panqueques de papa” (latkes) y donas rellenas de caramelo o jalea (sufganiot).

Los niños y adultos juegan el juego del dreidel. El dreidel es un trompo de cuatro lados, con una letra hebrea en cada uno de sus lados, representando la frase: “Un gran milagro ocurrió aquí,” si uno se encuentra en Israel, o “Un gran milagro ocurrió allá,” si uno vive fuera de Israel. Cada participante recibe el mismo número de dulces (a menudo unos chocolates con aspecto de moneda que se pueden comprar durante esta época), y se ponen otros en el piso entre los participantes. Cuando se da vuelta al trompo, los que juegan podrán ganar todas las “monedas” en el centro, la mitad de ellas, ninguna, o tienen que devolver una de sus “monedas” al centro. El juego termina cuando uno de los jugadores tiene todos los dulces. En algunas familias, podrán jugar con monedas verdaderas, y el ganador da su ganancia a personas en necesidad.

Un Año Dedicado a Recordar las Obras de Dios

En fin, usted puede ver que hay muchos días especiales en el calendario anual de Israel. A medida que los disfruta, recuerde darle gracias a Dios por todo lo que ha hecho en beneficio de Israel, por usted y por su familia. Testifiquemos acerca de la bondad de Dios.

“Dad gracias al SEÑOR, invocad su nombre; dad a conocer sus obras entre los pueblos. Cantadle, cantadle alabanzas; hablad de todas sus maravillas. Gloriaos en su santo nombre; alégrese el corazón de los que buscan al SEÑOR. Buscad al SEÑOR y su fortaleza; buscad su rostro continuamente. Recordad las maravillas que El ha hecho, sus prodigios y los juicios de su boca” (Sal. 105:1-5).

 

(Traducido por Teri S. Riddering,
Coordinadora Centro de Recursos al Mundo Hispano)

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