por: Rvda. Rebecca J. Brimmer, Presidenta Internacional
Cuando uno piensa en espías, puede pensar en tiempos de guerra o quizá en la última novela de espías que se leyó. Los israelíes pueden pensar en espías famosos como Eli Cohen (Nuestro hombre en Damasco) o la famosa familia Aaronsohn que formaba parte de ‘Nili’, una red de espías judíos que trabajaban para los británicos en la Primera Guerra Mundial. En este estudio de Israel, me gustaría examinar dos relatos bíblicos. El primero es el relato de los 12 espías enviados por Moisés, y el segundo es el de los espías enviados a Jericó por Josué. El mundo judío lee estos dos relatos durante su lectura de la porción de la Torá (Gn-Dt) llamada Shlaj, que significa enviar.
Moisés envió a 12 líderes influyentes —uno de cada tribu— a explorar la tierra que Dios había prometido a Israel. Ellos siguieron las instrucciones de Moisés e investigaron a fondo la tierra. Pasaron 40 días en su expedición de espionaje. Volvieron con un informe de una buena tierra, y de los gigantes que vivían en ella.
Diez de estos líderes —todos hombres muy respetados— dijeron que la tierra era imposible de conquistar. «No podemos subir contra ese pueblo, porque es más fuerte que nosotros… La tierra por la que hemos ido para reconocerla es una tierra que devora a sus habitantes, y toda la gente que vimos en ella son hombres de gran estatura. Vimos allí también a los gigantes (los hijos de Anac son parte de la raza de los gigantes); y a nosotros nos pareció que éramos como langostas; y así parecíamos ante sus ojos» (Núm 13:31b-33).
Sólo dos espías no estuvieron de acuerdo: Josué y Caleb. Trágicamente los israelitas, con gran llanto decidieron que no querían entrar en la tierra. Pensaron en reemplazar a Moisés por alguien que los llevara de regreso a Egipto. El Señor se enojó.
En consecuencia, aquella generación de israelitas vagaría 40 años por el desierto y moriría allí, todos hombres de 20 años o más. ¡Qué historia de fracaso! Toda una generación pereció.
Tisha b’Av (el 9 del mes bíblico de Av) es el día más triste del año para el pueblo judío. En este día ayunan de toda comida y agua. ¿Por qué es un día de luto? En este día han ocurrido algunas de las tragedias más horrendas de la historia judía.
El primer incidente registrado se encuentra en el libro de Números: la historia de los 10 espías y su mal informe. Además, los dos Templos fueron destruidos en este mismo día de la historia. En Tisha b’Av de 1290, todos los judíos fueron expulsados de Inglaterra, y en 1492, todos los judíos fueron expulsados de España. El 2 de agosto de 1941, el Líder del Reich del Partido Nazi, SS Heinrich Himmler, recibió formalmente la aprobación del Partido Nazi para la ‘Solución Final’. Como resultado, comenzó el Holocausto, durante el cual pereció casi un tercio de la población judía mundial.
Los israelitas no tenían fe en Dios. ¿Cómo es posible? Habían presenciado el cruce del Mar Rojo; las plagas y el triunfo sobre Egipto, la superpotencia del mundo. Ya habían derrotado a enemigos poderosos. ¿Cómo no iban a volver a confiar en Dios? En Hebreos 11:6 leemos: «Sin fe es imposible agradar a Dios«. Había pasado aproximadamente un año desde que salieron de Egipto cuando fueron a espiar la tierra. En ese año, también habían experimentado la entrega de la Torá (Gn-Dt) en el Monte Sinaí. Habían visto la provisión de Dios. Habían visto la nube de día y la columna de fuego por la noche.
Tenían miedo, y por eso su perspectiva estaba equivocada. Estos 10 espías —10 líderes muy respetados— regresaron tan llenos de miedo, que olvidaron el poder de Dios y Su bondad.
Fueron incapaces de escuchar la verdad declarada por Josué y Caleb: “Si el SEÑOR se agrada de nosotros, nos llevará a esa tierra y nos la dará; es una tierra que mana leche y miel. Solo que ustedes no se rebelen contra el SEÑOR, ni tengan miedo de la gente de la tierra, pues serán presa nuestra. Su protección les ha sido quitada, y el SEÑOR está con nosotros; no les tengan miedo” (Núm 14:8-9).
Según algunas fuentes judías, a los israelitas les gustaba su vida en el desierto. Les había resultado cómoda. Dios les proporcionaba todo lo que necesitaban. Su presencia estaba en el centro del campamento. No tenían que trabajar para mantener a sus familias. Simplemente podían disfrutar de la presencia de Dios todo el tiempo.
Cualquiera que fuera su motivación, enfureció a Dios. «Y el Señor dijo a Moisés: «¿Hasta cuándo me desdeñará este pueblo? ¿Y hasta cuándo no creerán en Mí a pesar de todas las señales que he hecho en medio de ellos? Los heriré con pestilencia y los desalojaré, y a ti te haré una nación más grande y poderosa que ellos»” (Núm 14:11-12).
Aquella generación de israelitas nunca entró en la Tierra Prometida. Perdieron su moméntum, el tiempo que Dios les había asignado. Sus acciones sabotearon su futuro. Sólo la siguiente generación tuvo la oportunidad de entrar en la Tierra Prometida, 40 años después.
Josué envió dos espías a inspeccionar la ciudad de Jericó. Éstos fueron de incógnitos; en secreto. Aunque las Escrituras no los identifica por su nombre, la tradición judía enseña que eran Caleb y Finees; dos hombres muy respetados y piadosos.
Una vez en Jericó, estos dos espías llegaron al lugar de Rahab, la prostituta. Algunos sabios judíos dicen que era posadera. En cualquier caso, su establecimiento era un lugar frecuentado por los viajeros. La Biblia dice que los espías se quedaron allí, y cuando el rey de Jericó se enteró de su presencia, se dio cuenta de que eran espías. Exigió que Rahab se los llevara. Rahab decidió desafiar al rey. Decidió mentir y luego esconder a los espías.
¿Por qué haría Rahab algo tan arriesgado? Era traición. Desafió a su rey. Pero explicó sus razones a los espías: «Sé que el SEÑOR les ha dado esta tierra, y que el terror de ustedes ha caído sobre nosotros, y que todos los habitantes del país se han acobardado ante ustedes. Porque hemos oído cómo el SEÑOR secó el agua del Mar Rojo delante de ustedes cuando salieron de Egipto. También supimos lo que hicieron a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, a Sehón y a Og, a quienes destruyeron por completo. Cuando oímos esto, nos acobardamos, no quedando ya valor en hombre alguno por causa de ustedes. Porque el SEÑOR, el Dios de ustedes, es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra» (Jos 2:9-11).
Sus palabras muestran fe en Dios, basada en Sus actos; lo que les faltó a los espías originales, los 10 enviados 40 años antes. Esta mujer canaanea temía menos las consecuencias que pudiera sufrir a manos de su rey, porque temía al Señor. Reconoció que los Hijos de Israel habían sido llamados para un propósito especial y estaba decidida a estar del lado de ellos.
Los 10 espías no tuvieron la perspectiva correcta. En realidad, los «gigantes» a los que tanto temían estaban aterrorizados por los israelitas. Éstos vagaron por el desierto durante 40 años porque no vieron la verdad. Su miedo e incredulidad les cegó, para no ver lo que Dios estaba haciendo. Su rebelión les robó su futuro.
Los dos espías enviados a Jericó eran diferentes. Regresaron a Josué con estas palabras: «Ciertamente, el SEÑOR ha entregado toda la tierra en nuestras manos, y además, todos los habitantes de la tierra se han acobardado ante nosotros» (Jos 2:24a).
¿Te falta fe? ¿Tienes miedo de la situación? ¿Estás en rebelión contra el plan de Dios? ¿O te has acomodado demasiado a tus circunstancias actuales?
Personalmente, puedo identificarme con cada una de estas razones. En un momento u otro de mi vida; yo misma he sucumbido a estas mismas barreras, pero ¿qué nos dice la Palabra?
«La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve…Y sin fe es imposible agradar a Dios. Porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Él existe, y que recompensa a los que lo buscan» (Heb 11:1, 6).
En este capítulo de Hebreos también aparece Rahab.
«Por la fe cayeron los muros de Jericó, después de ser rodeados por siete días. Por la fe la ramera Rahab no pereció con los desobedientes, por haber recibido a los espías en paz» (Heb 11:30-31).
«En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor» (1 Jn 4:18).
«Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú estás conmigo» (Sal 23:4a).
«No endurezcan su corazón como en Meriba, como en el día de Masah en el desierto, cuando sus padres me tentaron, me pusieron a prueba, aunque habían visto Mi obra. Por cuarenta años me repugnó aquella generación, y dije: «Es un pueblo que se desvía en su corazón y no conocen Mis caminos. Por tanto, juré en Mi ira: Ciertamente no entrarán en Mi reposo»» (Sal 95:8-11).
No te conformes con menos de lo que Dios tiene planeado. Dios no se impresiona con ninguno de todos nosotros. Sus palabras a la Iglesia de Laodicia deberían hacernos temblar a cada uno de nosotros. «Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de Mi boca» (Ap 3:15-16).
La Iglesia de Laodicia era complaciente. No necesitaban a Dios.
Mi oración para todos nosotros es que percibamos lo que Dios está diciendo, que tengamos la fe para asirnos a Su plan, entender Su tiempo; y entonces, proceder con Su carácter y con Su integridad hacia lo que Él tiene preparado.
La primera vez que enseñé este mensaje fue al equipo de Puentes para la Paz en Jerusalén. Antes de hablar, cantamos aquella canción con letra tan alentadora. Si estás luchando por entrar en el plan perfecto de Dios para tu vida, te animo a que la escuches: Way Maker (Hacedor de Caminos), escrita por el cantante de gospel nigeriano Sinach.
El coro dice: “Haces caminos, cumples promesas, luz en tinieblas. Mi Dios, así eres Tú, así eres Tú”.
Dios se había revelado a los Hijos de Israel en todas estas maneras. Hizo un camino a través del mar; obró milagrosamente en su favor; cumplió las promesas que había hecho a sus padres; y les proporcionó el fuego por la noche durante todo su viaje.
No cometamos el mismo error de los 10 espías. Dios es capaz de llevarnos al lugar que ha planeado para cada uno de nosotros. Oro para que no permitamos que el miedo, o la falta de fe, o la complacencia o la rebelión; descarrilen nuestras vidas.
Chabad.org
Golden, Richard, W. The Haftarah and its Parsha. Bet Shemesh: Mosaica Press, 2022.
Tamari, Meir. Truths Desired by God. An Excursion into the Weekly Haftarah. Jerusalem: Gefen Publishing House, 2011.
“Tisha b’Av.” Wikipedia. https://en.wikipedia.org/wiki/Tisha_B%27Av
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