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Esperando por lo Mejor de Dios

por: Nathan Williams, Asistente-Director Administrativo Internacional

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Como entidad global, Puentes para la Paz está actualmente comprometida con leer la Biblia entera de principio a fin durante el año 2019. Para muchos cristianos, leer el Antiguo Testamento les parece una tarea insuperable, especialmente cuando llegan al libro de Levítico y luego a Números. Las pruebas y tribulaciones de los Hijos de Israel durante su viaje hacia la Tierra Prometida dominan los primeros cinco libros de la Biblia, y a veces pueden parecer irrelevantes para nuestras vidas modernas. Pero nos podrá sorprender que el apóstol Pablo relató muchas de las experiencias de Israel durante el desierto en sus propios escritos, y escribió a los creyentes en Corinto que estas cosas les sucedieron como ejemplo, y fueron escritas como enseñanza para nosotros…” (1 Cor. 10:11). Dentro de los primeros cinco libros de la Biblia podemos encontrar innumerables lecciones prácticas sobre la fe, la obediencia y el carácter de Dios. Descubramos en este estudio algunas de esas lecciones del libro de Números, lecciones que Pablo consideró importantes que aprendiéramos en nuestra propia generación.

¿Ya Estamos Llegando?

El libro de Números registra el largo viaje de los israelitas desde el segundo año después de su milagrosa liberación de la esclavitud en Egipto hasta su eventual llegada a orillas del Río Jordán, frente a la Tierra Prometida, 38 años después. Narra la historia de dos generaciones: una que experimentó los maravillosos milagros que los libró de la opresión bajo el Faraón, aunque no pudo apartarse de su infidelidad, y la otra que finalmente se convirtió en nuestro ejemplo de fe y obediencia.

El nombre de ese libro se deriva de dos partes que consisten de censos o “enumeraciones” de ambas generaciones. La primera parte comienza con un censo de la primera generación (Núm. 1:1–46) y habla de la rebelión y la desunión entre sus filas. En Números 11–21 encontramos siete historias de esa insurrección, quejas y rebeliones:

* El pueblo comenzó a quejarse en la adversidad a oídos del SEÑOR; y cuando el SEÑOR lo oyó, se encendió Su ira… (Núm. 11:1, énfasis añadido)

* “El populacho que estaba entre ellos tenía un deseo insaciable;…y dijeron: ‘¿Quién nos dará carne para comer?’” (Núm. 11:4, énfasis añadido)

* “Entonces Miriam y Aarón hablaron contra Moisés…” (Núm. 12:1, énfasis añadido)

* “Todos los Israelitas murmuraron contra Moisés y Aarón…” (Núm. 14:2, énfasis añadido)

* “Y se rebeló Corécon Datán y Abiramy se alzaron contra Moisés…” (Núm. 16:1–2, énfasis añadido)

* “Pero al día siguiente, toda la congregación de los Israelitas murmuró contra Moisés y Aarón…” (Núm. 16:41, énfasis añadido)

* El pueblo discutió con Moisés y le dijo: ‘¡Ojalá hubiéramos perecido cuando nuestros hermanos murieron delante del SEÑOR!’” (Núm. 20:3, énfasis añadido)

Debido a esa propensión a rebelarse contra Dios y Moisés, todas las personas de veinte años para arriba en ese primer censo murieron en el desierto, excepto por Moisés, Josué y Caleb.

Un Cambio de Dirección

El Río Jordán

Cuando el libro relata el segundo censo de la nueva generación (Núm. 26:1–65), vemos que esa generación había aprendido de los fracasos de la anterior. Aunque la nueva generación no cumplió con las instrucciones de Dios en algunos pecados similares a los de sus padres, cuando eran confrontados respecto a su pecado, su respuesta fue diferente. Presentaron un cambio de actitud, resultando en diferentes formas de actuar, reaccionar y arrepentirse. Por su fidelidad, la nueva generación recibió la Tierra Prometida que sus padres no pudieron debido a su incredulidad.

En Números 31 leemos que los israelitas se encontraban fuera de la Tierra Prometida y a punto de enfrentar la primera de muchas batallas por conquistar la tierra que Dios les había prometido. Pero después de ganar a los madianitas, cuando la fértil orilla oriental del Río Jordán se encontraba en sus manos, surgió un problema significativo que amenazó el éxito de la campaña de los israelitas por ingresar a la tierra. Los nuevos líderes de las tribus de Rubén y Gad vieron que el lado este del Río Jordán tenía unas ricas tierras de pastoreo para su mucho ganado. Deseaban establecerse allí en lugar de cruzar el Río Jordán hacia la tierra de Canaán: “‘Si hemos hallado gracia ante tus ojos, que se dé esta tierra a tus siervos como posesión; no nos hagas pasar el Jordán,’ le dijeron” (Núm. 32:5).

Esa historia pudiese haber representado la misma rebelión, desunión e incredulidad de la generación anterior, además del pecado de los doce espías (Núm. 14), según descrito claramente en base a la respuesta de Moisés:

Pero Moisés dijo a los Gaditas y a los Rubenitas: ‘¿Irán sus hermanos a la guerra, mientras ustedes se quedan aquí? ¿Por qué desalientan a los Israelitas a fin de que no pasen a la tierra que el SEÑOR les ha dado? Esto es lo que los padres de ustedes hicieron cuando los envié de Cades Barnea a ver la tierra. Pues cuando subieron hasta el Valle de Escol, y vieron la tierra, desalentaron a los Israelitas para que no entraran a la tierra que el SEÑOR les había dado…Ahora ustedes se han levantado en lugar de sus padres, prole de hombres pecadores, para añadir aún más a la ardiente ira del SEÑOR contra Israel. Pues si dejan de seguirle, otra vez El los abandonará en el desierto, y ustedes destruirán a todo este pueblo’” (Núm: 32:6–9, 14–15).

La aprehensión de Moisés es completamente comprensible. Parece que las tribus nuevamente actuaban con incredulidad, deseando asentarse en la orilla al este del Jordán en lugar de conquistar la tierra que tenían ante ellos, imitando a sus antepasados. De hecho, esa petición podría deshacer todo el proceso de conquista, alentando a las otras tribus para que se establezcan allí en lugar de caminar hacia la plenitud de la herencia que Dios había prometido a los descendientes de Abraham.

Aprendiendo del Pasado

Si hubiese sido la generación anterior de Rubén y Gad, en ese momento los jefes de las tribus levantarían sus voces en protesta, endurecerían su cerviz y comenzarían a rebelarse contra Moisés en desaprobación del plan. Pero algo extraordinario sucedió después de que Moisés los enfrentó con su pecado. Los nuevos líderes de Rubén y Gad no se volvieron tercos. En cambio, aceptaron el regaño de Moisés y prestaron atención a sus advertencias para no repetir los pecados de sus antepasados. Los líderes tribales luego regresaron a donde Moisés con una propuesta revisada, prometiendo no sólo apoyar a sus parientes en las batallas que se avecinaban, sino también asumir el papel más peligroso de liderar su avance hacia la Tierra Prometida: “…nosotros nos armaremos para ir delante de los Israelitas hasta que los introduzcamos en su lugar… No volveremos a nuestros hogares hasta que cada uno de los Israelitas haya ocupado su heredad” (Núm. 32:17a–18).

Como Charles Spurgeon reflexionó: “Las familias tienen obligaciones con sus parientes. Los rubenitas y los gaditas no hubieran reflejado hermandad si hubieran reclamado la tierra que ya había sido conquistada y hubieran dejado al resto del pueblo para que luche sólo por sus porciones.” Esa nueva generación de líderes refleja haber aprendido de los fracasos de sus antepasados, aunque sin criticar las fallas anteriores ni suponer que eran mejores. La nueva generación demostró que había aprendido fidelidad y paciencia para perseverar hasta lograr todo lo que Dios les había prometido.

Decisiones y Consecuencias

Un guerrero israelita

Aunque pudiera parecer que a corto plazo las tribus de Rubén y Gad habían recibido su herencia antes que cualquiera otra tribu, lo tuvieron que pagar con su sacrificio. Los hombres de esas tribus prometieron salir a la batalla junto con sus hermanos para conquistar la tierra. Como tal, tuvieron muy poco tiempo para construir ciudades fortificadas donde sus esposas e hijos pudieran vivir seguros hasta que los hombres regresaran de la guerra. Esos líderes tuvieron que perseverar para permanecer fieles a su promesa de luchar junto a las otras tribus de Israel hasta que toda la tierra de Canaán fuese conquistada. Los eruditos bíblicos suponen que Josué tardó entre cinco y siete años en conquistar toda la tierra de Canaán. Los hombres rubenitas y gaditas, por lo tanto, estuvieron lejos de sus familias por un período prolongado de tiempo. Los combatientes tenían que confiar en que el Señor protegería a sus familias al otro lado del río mientras se encontraban luchando.

Esas dos tribus tenían grandes rebaños de ganado y les había parecido que su territorio era uno de los mejores para el pastoreo. Quizás su elección se debió a egoísmo por tener para sí lo que consideraban más ventajoso. Si ese fuera el caso, Rubén y Gad querían lo que Dios no había planeado para ellos. ¿No había pastizales adecuados al oeste del Jordán? Como lo expresa Iain Duguid: “La tentación que enfrentaron los rubenitas y los gaditas fue establecerse en un lugar determinado por sus posesiones, no por la promesa del Señor. En última instancia, fue su economía la que impulsó su petición, no la teología. En efecto, pidieron establecerse en un lugar distinto al que Dios los había llamado a vivir porque les pareció más adecuado según su estilo de vida.”

Sin embargo, algunos estudiosos argumentan que ellos pagaron el precio por esa aparente ventaja. Pronto descubrieron que los asentamientos al este del Jordán eran vulnerables a ataques de bandas saqueadoras. En 2 Reyes 15:29 leemos que “Galaad,” refiriéndose a la tierra que pertenecía a las tribus de Rubén y Gad, fue finalmente conquistada por Tiglat-Pileser, rey de Asiria, y el pueblo fue llevado cautivo a Asiria. Es triste que a la larga, aunque honestos en su petición a Moisés por establecerse en la tierra al este del Jordán, los rubenitas y gaditas sólo obtuvieron problemas, terminando en el cautiverio en lugar de recibir la bendición que Dios había planificado para ellos.

El Carácter de Dios Revelado

A pesar de que la antigua generación de ex-esclavos fuera terca, probando a Dios a cada paso, el Señor demostró Su paciencia y gracia hacia ellos. El carácter del Señor permanece constante tanto con las generaciones rebeldes como con las obedientes de entre Su pueblo. Dios disciplina a los testarudos y derrama bendiciones de acuerdo a su obediencia, pero tampoco abandona Su pacto. De hecho, el Señor siempre evidenció Su fidelidad a Su pueblo. Aunque fracasaron muchas veces, Dios reveló Su propia fidelidad mediante Su presencia constante, dirigiéndolos a través de la nube de día y la columna de fuego de noche. El Señor nunca olvidó ni abandonó a Su pueblo.

Las crónicas del libro de Números son un claro recordatorio para nuestra generación de que Dios no tolera la rebelión, la queja o la incredulidad sin que carguemos con las consecuencias. Por otro lado, el Señor es lento para la ira, grande en misericordia y fiel a los que caminan en obediencia. A lo largo de la experiencia en el desierto, Dios enseñaba a Su pueblo cómo debería caminar con Él. El Señor no sólo suplió a sus necesidades físicas, sino que también les enseñó a adorarle, a servir a los demás y a vivir vidas que fueran testimonio de Él ante las naciones circundantes. Él era su Dios y ellos eran Su pueblo, y Él esperaba que actuaran de esa forma.

Lecciones para Hoy

Wikipedia describe la paciencia como el estado de resistencia en circunstancias difíciles, como la perseverancia ante la tardanza en recibir una respuesta; tolerancia ante la provocación sin responder con ira; y paciencia bajo tensión, especialmente cuando se enfrentan dificultades a largo plazo.

Recientemente, un amigo cercano me dijo: “Estoy tan cansado de esperar en Dios.” Mi amigo necesitaba tomar una decisión y esperaba que el Señor le diera una respuesta sobre lo que debería hacer. Pero como no recibió la respuesta del Señor en el tiempo deseado, pronto se impacientó y determinó hacer lo que le pareció bien. Recordé la historia de Rubén y Gad, quienes decidieron actuar fuera de la voluntad perfecta de Dios, aunque estuvieron aun comprometidos y fieles, pero también pagaron las consecuencias de esa elección a largo plazo. Como creyentes, a menudo enfrentamos la tentación de conformarnos con lo suficientemente bueno en lugar de esperar por lo mejor de Dios para nuestras vidas, y con frecuencia es sólo cuestión de paciencia.

Los líderes en los ámbitos espirituales, económicos y políticos generalmente reconocen que la paciencia es una característica esencial entre personas exitosas. De manera sencilla, la paciencia es la capacidad de reconocer que las cosas toman tiempo y que existe la posibilidad de sentirse frustrado durante el proceso, el cual requiere perseverancia. Desde el advenimiento de la era digital y el teléfono inteligente, parece haber una creciente incapacidad por practicar la paciencia.

La Paciencia en una Edad de Gratificación Instantánea

Los mileniales (la generación nacida entre 1982 y 2004) se han convertido en el grupo demográfico más grande de la fuerza laboral. Desde hace más de dos años, llevan el estereotipo de creer merecerlo todo, son difíciles de complacer y son inconstantes en su capacidad de permanecer empleados. Mientras que las dos primeras afirmaciones son simples generalizaciones, la tercera es un hecho comprobado. Según Gallup Polls, el 21% de los mileniales en Estados Unidos cambiaron de empleo en el pasado año, lo que es casi tres veces más alto que las generaciones fuera de ese grupo demográfico. Aunque las razones para el cambio laboral son variadas, existe una tendencia preocupante de que si su empleo no les satisface, los mileniales se lanzan a buscar pastos más verdes. Al ser desafiados por frustraciones típicas de un empleo, los mileniales las consideran insuperables, y cuando tienen que decidir entre luchar o huir, la huida es su respuesta.

Las redes sociales y los dispositivos inteligentes están reconfigurando nuestro cerebro mediante la interacción constante y la distracción digital. Una reciente encuesta por internet realizada por analistas de investigación encontró que el tiempo total que un estadounidense promedio pasa en las redes sociales diariamente está por encima de las 2.5 horas. Usamos nuestros teléfonos 2,617 veces por día y nuestra capacidad de atención se reduce a ocho segundos. El cerebro es un órgano maleable que continúa desarrollándose hasta la edad adulta, y ya estamos entrenados a estar enfocados por períodos muy breves, cambiando nuestras tareas tan a menudo que muchos somos totalmente incapaces de seleccionar una meta y perseguirla con persistencia y paciencia.

Nuestra sociedad también perpetúa el mito del éxito instantáneo. YouTube e Instagram están llenos de historias de jóvenes que supuestamente han logrado el éxito de la noche a la mañana. Por ejemplo, la compañía Uber ha explotado en popularidad en pocos años y el fundador ahora tiene un valor de sobre un billón de dólares. Raras veces escuchamos por los medios masivos sobre los años de arduo trabajo, las largas horas y la paciencia que es requerida para alcanzar nuestras metas. Debido a que hemos llegado a esperar que las cosas sucedan de la noche a la mañana, consideramos nuestra propia inhabilidad de lograr esa realidad falsa como un fracaso. Eso engendra aún más la falta de persistencia y, a su vez, nos impacientamos con nuestro progreso tan lento. La habilidad de ser paciente, que había sido valorada por tanto tiempo, ha comenzado a desaparecer de la historia.

Conformándonos con lo Suficientemente Bueno

Nuestra juventud enfrenta muchos desafíos, pero cree que podemos tener vidas perfectamente satisfechas y que podemos lograr todo lo que nos proponemos, hasta incluso fuera de la obediencia a la Palabra de Dios. Desean convertirse en uno de los éxitos instantáneos que se exhiben por las redes sociales. Pero hay una preocupación muy grande en mi corazón por mi generación, incluyendo por mi amigo. ¿Tendremos la perseverancia de mantener viva nuestra fe hasta que veamos las promesas de Dios cumplidas en nuestras vidas y en este mundo? ¿O nos conformaremos con lo suficientemente bueno que el mundo ofrece aparte de la Tierra Prometida? Ese fue quizás el mayor pecado de Rubén y Gad. Se sintieron satisfechos fuera de la perfecta voluntad de Dios, felices con lo que era físicamente agradable, dejando que sus posesiones dictaran sus decisiones.

La historia de Rubén y Gad acusa nuestra consciencia, pero también nos alienta. Es un testimonio del amor inquebrantable de Dios por Su pueblo, tanto en disciplina como en bendición. Nos muestra que, aunque podamos conformarnos fuera de la perfecta voluntad de Dios, Él continuará recompensando nuestra fidelidad. Aunque tendremos que pagar las consecuencias de nuestras elecciones, el Señor nunca nos dejará ni nos abandonará. Si usted ha tomado decisiones simplemente buenas en lugar de esperar por lo mejor de Dios, este podría ser el mejor momento para dirigir su corazón hacia el Señor, quien anhela darle más de lo que usted o yo merezcamos.

 

Traducido por Teri S. Riddering,
Coordinadora Centro de Recursos Hispanos

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Bibliografía

Spurgeon, Charles. Morning and Evening: An Updated Edition of the Classic Devotional in Today’s Language.Nashville: Thomas Nelson, 1994.
Duguid, Ian. Numbers: God’s Presence in the Wilderness. Wheaton: Crossway Books, 2012.
Wikipedia: The Free Encyclopedia. “Patience.” Wikipedia.com. https://en.wikipedia.org/wiki/Patience
Daily Pay. “Turnover and Retention Rates for Millennials in the Workplace.” dailypay.https://business.dailypay.com/blog/turnover-rates-for-millennials  
Winnick, Michael. “Putting a Finger on Our Phone Obsession.” dscout.  https://blog.dscout.com/mobile-touches

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