Olvídense de Gretta; la historia de la Flotilla de Gaza es mucho mas importante

Por un momento, pareció que eso sería suficiente. Ya sea por el hastío generalizado en Europa con la joven activista climática; por la naturaleza "de auto promoción" del viaje y su resultado preestablecido; o por la efectiva neutralización del incidente por parte de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI); pareció brevemente que Israel tenía la sartén por el mango.

La negativa a ser deportada era esperada

Pero entonces llegó el proceso de deportación, y una vez más la narrativa cambió. Mientras Greta ya estaba de regreso en Europa tras firmar sus documentos de deportación, junto con otros cuatro miembros de la delegación, otros ocho, incluida la eurodiputada francesa Rima Hassan, abiertamente anti-israelí y quien ya había sido deportada de Israel; se negaron a firmar.

Quienes se negaron a ser deportados, incluida Hassan, fueron puestos bajo custodia durante 96 horas en el centro de detención de Givon para inmigrantes ilegales. Después de ese periodo, pueden ser deportados con o sin su consentimiento. Sin embargo, estos cuatro días de detención son más que un simple trámite burocrático: se están utilizando como un escenario político.

A lo largo de estas 96 horas, bajo la mirada de las cámaras y con el respaldo de las redes de propaganda anti-israelí, Hassan se está transformando en una mártir, víctima de la "ocupación" y de un "sistema colonial de opresión". Sabe exactamente lo que hace. Cada hora en Givon es una nueva oportunidad para generar titulares, generar simpatía y tejer una narrativa que Israel lleva mucho tiempo luchando por contrarrestar.

Negarse a firmar la orden de deportación no es una postura de principios, sino una táctica calculada diseñada para provocar otra confrontación; para generar esa imagen "ganadora" de deportación forzosa o trato presuntamente inhumano. Para ella, cada día adicional bajo custodia es una moneda valiosa en redes sociales.

Un ejemplo: Hassan publicó en su cuenta X: "Necesitamos su ayuda para difundir ampliamente esta publicación etiquetando a los jefes de estado de los miembros del equipo, exigiendo su liberación inmediata. Exija a las autoridades pertinentes que exijan la liberación inmediata de todo el equipo". Esto, de una legisladora europea que comprende plenamente que no la están reteniendo por la fuerza y que personalmente se ha negado a irse.

Es hora de una estrategia mediática israelí más asertiva.

Aquí es precisamente donde deben intensificarse los esfuerzos de diplomacia pública de Israel. No solo emitiendo respuestas tardías o publicando buenas imágenes después de que la narrativa ya se haya formado, sino liderando el debate. Porque este incidente está lejos de terminar. Sin una respuesta oportuna, estratégica y visualmente impactante; especialmente una que aproveche Instagram, TikTok y X; Israel está a punto de perder la batalla por la opinión pública una vez más, a pesar de tener todas las herramientas para ganarla esta vez.

Es fundamental reconocer que las redes sociales no son una plataforma más, sino el principal campo de batalla actual. Lo que sucede en línea ahora mismo tiene más peso que cualquier sentencia judicial en La Haya o rueda de prensa en Jerusalén. La viralidad triunfa sobre los hechos, y una sola etiqueta manipuladora puede borrar días de mensajes cuidadosamente elaborados. Es hora de comprender las nuevas reglas y actuar conforme a ellas.

Digámoslo claramente: parte del problema radica en que el Israel oficial sigue actuando como si estuviera jugando al ajedrez, mientras sus adversarios luchan en un ring de MMA (artes marciales mixtas). Sin reglas, sin límites y con un objetivo claro: derribar a Israel ante la opinión pública mundial.

Esta brecha entre una respuesta mesurada y una realidad caótica sigue perjudicando a Israel. Cuando Hassan publica una foto del centro de detención, llega a millones de personas al instante. Cuando Israel publica una aclaración o una foto del mismo centro, podría, en el mejor de los casos, llegar a la cuenta de Twitter del portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). Eso no es suficiente. No funciona.

La solución: Un ejército de contenido y un frente mediático agresivo

Si Israel quiere cambiar las reglas del juego, debe crear una unidad de diplomacia digital dedicada que opere en tiempo real, las 24 horas del día; no solo con portavoces multilingües, sino con un "ejército" completo de creadores de contenido; editores de video y expertos en redes sociales que comprendan cada plataforma y sepan cómo llegar a las audiencias en Europa y Estados Unidos; de maneras que realmente resuenen.

Videos cortos; infografías específicas; testimonios presenciales; todo lo necesario para luchar por la opinión pública, allí donde realmente se está formando. Sí, es así de urgente e importante. Porque la percepción pública, en última instancia, impulsa las políticas y las influye. En una era donde la batalla por la legitimidad es tan crucial como la que se libra sobre el terreno; la diplomacia pública debe operar como una campaña militar a gran escala.

Ahora mismo, parece que Israel simplemente se ha dormido al volante.

Traducido por Chuy González – Voluntario en Puentes para la Paz