Puentes para la Paz en acción

Ya no es seguro ser judío

«Tengo que ocultar el hecho de que soy judío».

«Me siento solo y aterrorizado todos los días».

«Cambié mi apellido en mi cuenta de Uber para que no suene como un nombre judío».

«Quité mi mezuzá (cajita con las Sagradas Escrituras fijada al marco de la puerta) de la puerta de entrada».

«Aquí nadie lleva kipá (casquete redondo de tela utilizado por los varones judíos en la coronilla) ni estrella de David en público».

«Mi hijo de 8 años fue golpeado a diario en la escuela durante dos meses. Los estudiantes lo llamaron judío sucio y dijeron que le cortarían la garganta. Cuando confronté al director, no hizo nada. Me dijo que simplemente debería enviar a mi hijo a otra escuela».

«Antes mi barrio era seguro. Pero, justo la semana pasada, una persona odiosa le estrelló una botella de vidrio sobre la cabeza de un anciano judío en la acera».

«Vimos a un hombre salir del coche y sacar un cuchillo mientras se dirigía a una fiesta judía. Gracias a Dios, detuvimos al atacante».

(Crédito: McCoy Brown/Bridges for Peace)

Estos impactantes testimonios de antisemitismo virulento se compartieron recientemente con una delegación de Puentes para la Paz en París. Estuvimos allí para acompañar a un grupo de judíos franceses mientras salían de su tierra natal —un país ahora tan hostil que se ven obligados a ocultar su identidad— rumbo a la tierra prometida, donde por fin pueden vivir abiertamente y con seguridad como judíos.

Visitamos el supermercado Hyper Cacher, el lugar donde, el 9 de enero de 2015, un terrorista afiliado a ISIS entró y asesinó a cuatro compradores judíos antes de ser asesinado por la policía.

Afuera de la tienda, la sobreviviente Sandy Sharabi compartió con nosotros su escalofriante testimonio. «Mientras la gente estaba siendo asesinada a tiros, yo me quedé tirada en el suelo del baño durante cinco horas. ¡El terrorista les gritó a los rehenes que estaba con ISIS y que mataría a todos los judíos! ¡Pensé que iba a morir!»

Emmanuel Sión, director ejecutivo de la Agencia Judía en Francia, señaló los recientes daños causados por el fuego en la parte trasera de la tienda. Aunque estaba cerrada por renovaciones, la tienda de comestibles kosher, símbolo de la comunidad judía de París, había sido atacada recientemente de nuevo.

Sharabi miró la pared carbonizada y suspiró. «Tengo que hacer aliá [emigrar a Israel]», confesó. «Ya no puedo vivir aquí. No es seguro ser judía en Francia».

Escuchamos este trágico testimonio una y otra vez. Ya sea de judíos franceses que se registraban para hacer aliá, de desconocidos en restaurantes o del gran rabino de la Gran Sinagoga de París, el mensaje era el mismo: el antisemitismo en Francia está aumentando tan rápidamente que la vida se está volviendo insoportable para los 450,000 judíos del país. Aislados, vulnerables y asustados, muchos ahora ocultan su identidad.

Me sentí como si estuviera escuchando a los judíos de la década de 1930, cuando el antisemitismo se extendía por Europa como una plaga, destruyendo todo lo que tocaba. Los paralelismos son escalofriantes.

Me dijeron que el gobierno francés no hace nada para combatir el odio hacia los judíos. La policía ignora las amenazas o no puede detenerlas. Los criminales atacan regularmente a los judíos. Grafitis que proclaman "Aquí viven judíos" aparecen de la noche a la mañana en hogares judíos. Una comunidad culta e histórica se siente como extranjera, impostora y enemiga en su propio país.

(Crédito: McCoy Brown/Bridges for Peace)

Estuve en la oficina de la Agencia Judía Francesa haciéndole preguntas a una pareja judía de unos sesenta años que se preparaba para hacer aliá . Cuando les pregunté por qué elegían mudarse específicamente a Israel, la mujer se encogió de hombros. «¿Adónde puedo ir?», me preguntó. «¿A Italia? ¿A Canadá? ¿Al Reino Unido? Me mudaré a otro país, ¿y luego qué? Unos años después, tendré que mudarme de nuevo porque esos países ya no serán seguros. El único lugar donde puedo vivir como judía sin avergonzarme de quién soy es Israel. Incluso con la guerra, voy a Israel. Regresaré a casa».

Su esposo añadió con tristeza: «Nadie quiere judíos. Pero podemos tener una vida en Israel. Necesitamos volver a casa».

Cuando les recordé que hay millones de cristianos en todo el mundo que los aman, oran por ellos y apoyan a Israel, la pareja tenía lágrimas en los ojos.

Hace miles de años, Jeremías habló de los días en que vivimos. “«Por tanto, vienen días», declara el Señor, «cuando ya no se dirá: “Vive el Señor, que sacó a los israelitas de la tierra de Egipto”, sino: “Vive el Señor, que hizo subir a los israelitas de la tierra del norte y de todos los países adonde los había desterrado”. Porque los haré volver a su tierra, la cual di a sus padres»” (16:14-15).

Ante el terrible antisemitismo que azota a los países occidentales, incluida Francia, el pueblo judío está regresando a Israel. Tuve la oportunidad de dirigirme a una audiencia de judíos franceses que se preparaban para hacer aliá y les hablé sobre Puentes para la Paz. Los animé recordándoles cuánto Dios los ama y que Él los está trayendo de vuelta a casa. Luego, toda la sala se puso de pie para cantar Hatikvá (La Esperanza), el himno nacional de Israel. La emoción se reflejaba claramente en los rostros de todos. Después, tuvimos el privilegio de regalarles a cada uno una mezuzá para su nuevo hogar en Israel.

El equipo de Puentes para la Paz esperando en el aeropuerto (Crédito: McCoy Brown/Puentes para la Paz)

Así es como se ve la profecía cumplida: ¡Judíos y cristianos uniéndose para cumplir la Palabra eterna de Dios!

El 22 de julio, nuestra delegación, junto con nuestro compañero Shmulik Freid de Keren HaYesod, abordamos un avión con 60 olim (nuevos inmigrantes) patrocinados por Puentes para la Paz y volamos a Israel. Esto significa que cristianos como tú de todo el mundo, que han decidido invertir su amor, oraciones y recursos para ayudar al pueblo judío a regresar a la Tierra de Israel, financiaron cada asiento para estos nuevos olim.

Otro equipo de Puentes para la Paz esperaba en el aeropuerto, listo para dar la bienvenida a estos nuevos israelíes con banderas azules y blancas, canciones y cálidas sonrisas. Aplaudimos con entusiasmo a la mayor del grupo, una mujer de 93 años en silla de ruedas, que lloraba y sonreía de alegría. ¡Gracias por ser parte de este momento histórico, bíblico y profético!

No se espera que el antisemitismo en todo el mundo disminuya. Cientos de miles de judíos están desesperados por regresar a casa. Deseamos alinearnos a la Palabra de Dios, y estar ahí para brindarles apoyo. ¿Considerarías dar un generoso donativo hoy a nuestro fondo de ‘Proyecto Rescate’? ¡Unámonos al plan profético de Dios y cambiemos el mundo!

Shalom,

Rvdo. Peter J. Fast

 

Traducido por Robin Orack – Voluntaria en Puentes para la Paz   

Proyecto Rescate

Colabora con Dios mientras cumple Sus promesas de reunir al pueblo judío desde los cuatro rincones del mundo hacia su antigua tierra natal. Muchos judíos en naciones empobrecidas o devastadas por la guerra, como los países de la antigua Unión Soviética y Etiopía, no pueden costear el gasto de la inmigración, pero con tu ayuda, hemos rescatado a más de 110,000 de nuestros hermanos y hermanas judíos, llevándolos a casa.

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