Una sonrisa restaurada

La mayoría de las personas no piensan en si deberían sonreír o no. Suele ser más bien un reflejo natural. Cuando sucede un momento especial, se recibe un cumplido amable, se realiza un gesto generoso o incluso nos invade una oleada de alivio, una de nuestras reacciones automáticas suele ser sonreír. Algunos sonreímos más que otros. Es algo que hacemos por impulso.

Los Ben Atar se habían sentido avergonzados una y otra vez por los comentarios y las miradas de asombro que sus sonrisas provocaban. Así que dejaron de hacerlo por completo. Además, sentían dolor al comer. Hacía tiempo que habían perdido la esperanza de solucionarlo, después de que la cuenta de su clínica dental, para reparar sus dientes, los dejara atónitos.

En medio de esta realidad abrumadora, ocurrió un milagro. David y su esposa conocieron Puentes para la Paz. Gracias a los donativos amorosos e incondicionales de cristianos de todo el mundo, la pesadilla dental de los Ben Atar llegó a su fin —y sus vidas se transformaron—. Por primera vez en años, pudieron comer sin dolor. Y para su inmensa alegría, ya no les daba vergüenza expresar su gozo interior con una sonrisa radiante.

A medida que la guerra contra Hamás en Gaza se prolonga; la situación de los 48 rehenes se intensifica; y los misiles hutíes siguen cayendo sobre Israel semanalmente, el cuidado dental puede parecer un asunto trivial —hasta que lo deje de ser—. ¿Recuerdas haber tenido dolor de muelas? ¿Y una infección de encías? Un problema con una sola muela puede ser totalmente debilitante. Si se descuida, una persona puede sufrir infecciones graves, enfermedades o algo peor. En Israel, el seguro médico nacional no cubre tratamientos dentales, medicamentos recetados ni aparatos médicos como sillas de ruedas.

A menudo, los necesitados, muchos de los cuales son inmigrantes, se ven obligados a elegir entre la salud vital y la alimentación. Los tiempos de guerra solo agravan este problema, ya que el trauma y la pérdida recorren la nación como un temblor constante. Suenan las sirenas cuando se detectan misiles y naciones de todo el mundo se unen en una retorcida solidaridad con los enemigos de Israel. El otro día me encontré con mi vecina, quien negó con la cabeza con un suspiro de exasperación. "¿Puedes creer que países como Canadá, Francia y el Reino Unido reconozcan a Palestina?", protestó. "¡Premiando a terroristas! ¿Cómo pueden hacer esto?".

Le recordé que, a pesar de lo que hagan las naciones, Dios sigue en el trono y al mando. Se conmovió, me dio las gracias entre lágrimas y sonrió. Incluso en tiempos de guerra, Raquel, mi vecina, tenía la capacidad —y el consuelo— de sonreír. Las investigaciones demuestran que sonreír desencadena la liberación de neurotransmisores que mejoran el ánimo, como la dopamina, la serotonina y las endorfinas, a la vez que disminuye las hormonas del estrés, como el cortisol. Todos necesitamos una sonrisa en estos tiempos difíciles. Y, sin embargo, ¿qué pasa con aquellos que no pueden sonreír?

Helen, una israelí de edad avanzada sin familia en Israel que la apoye, sufrió recientemente una grave emergencia dental y no tenía dinero para pagar el tratamiento. Pero Helen conoció Puentes para la Paz, y ocurrió otro milagro, igual que el de los Ben Atar. Gracias a los donativos amorosos e incondicionales de cristianos de todo el mundo, pudimos cubrir el costo del tratamiento de Helen, permitiéndole sonreír de nuevo.

Otra súplica desesperada de ayuda provino de un amigo israelí llamado Miki. Su esposa había sufrido un derrame cerebral y necesitaba un tratamiento dental urgente y complejo para reemplazar la mayoría de sus dientes. Debido a su condición médica, el procedimiento requiere hospitalización con anestesia general y atención de emergencias cerca. El tratamiento tiene un costo de 54,000 USD. Afortunadamente, el seguro de Miki cubrirá más de la mitad del costo, pero incluso los 17,000 USD restantes están muy por encima de sus posibilidades. La tristeza era evidente en sus palabras al agradecernos nuestro tiempo, compasión y apoyo durante los momentos difíciles para su familia.