Un ligero atisbo de esperanza

A raíz de la masacre del 7 de octubre de 2023, Israel se ha visto envuelta en una guerra por su supervivencia. Para colmo de males, muchas naciones occidentales exigen al Estado judío estándares imposibles, mientras guardan silencio sobre la necesidad vital de Israel de derrotar a Hamás. A pesar de la indignante hipocresía, millones de cristianos se mantienen firmes junto a la comunidad judía y defienden a la única nación judía del mundo.
Además de la batalla sobre el terreno, actualmente existe un conflicto adicional: la batalla por la verdad. Millones de personas llenas de odio se reúnen con alarmante frecuencia en ciudades de todo el mundo bajo el grito de “¡Muerte a los judíos!”. Otros pintan esvásticas en las paredes de las sinagogas o de los centros comunitarios judíos. Una vez más, los cristianos nos estamos movilizando como un baluarte contra este odio antisemita.

¿Cómo podemos derrotar el engaño que hay detrás de un odio tan irracional? ¿Cómo puede Israel vencer a sus enemigos y sobrevivir? Solo hay una única respuesta y es siempre la misma: ¡el Dios de Israel! Esperamos con anhelo el día en que Él erradicará todo mal de nuestro mundo. También sabemos que Él nunca abandonará a la niña de Sus ojos (Zacarías 2:8). De hecho, siempre vela por Israel (Salmo 121:4). Conforme el mal se manifiesta, Dios nos llama a levantarnos en justicia para llevar Su luz a los lugares de oscuridad (1 Pedro 2:9). La luz es inconfundible. Es evidente. Dondequiera que brille la luz, la oscuridad debe huir.
Como cristianos, nuestra respuesta ante el mal y la distorsión debe ser alzar la voz por la verdad, consolar y actuar para demostrar amor y shalom (plenitud – integridad). Debemos consolar a Sion (Isaías 40:1) y orar por Jerusalén (Salmo 122:6-7). En Puentes para la Paz estamos comprometido con esto en nuestro corazón, alma y mente. ¡Esto es lo que hacemos! Demostramos en nuestra forma de vivir, el amor de Dios a esta nación herida que a menudo se siente sola, incomprendida, odiada y despreciada. El odio irracional contra Israel y el pueblo judío es, en última instancia, contra el Dios de Israel, quien ha escogido al pueblo judío (Deut 7:6) y que es el Único que está sentado en el trono. Por lo tanto, es crucial que los cristianos sepamos dónde se encuentra el epicentro de esta batalla.

Cada día, los voluntarios de Puentes para la Paz demuestran amor y compasión hacia decenas de miles de judíos en Israel. Consolamos a sobrevivientes del Holocausto, bendecimos poblados enteros con refugios antiaéreos, alimentamos a miles, repararnos hogares y tocamos la vida de cientos de niños de familias necesitadas a través de nuestro programa Alimenta a un Niño. Damos apoyo a los equipos de primera respuesta de Maguén David Adom (el servicio médico de emergencia de Israel) y a los soldados de las FDI. Todo lo que hacemos refleja el amor cristiano. Nuestras acciones proclaman un mensaje inconfundible a lo largo y ancho de Israel: “¡No están solos!”
Recientemente, los participantes del Instituto de Estudios de Israel de Puentes para la Paz visitaron Yad Vashem (Museo Nacional del Holocausto de Israel). Allí conocimos a una sobreviviente de 93 años, Ruth Berlinger, una increíble mujer que sobrevivió a los horrores del gueto de Varsovia durante la ocupación Nazi de Polonia. Ruth habló sobre el terrible miedo que sintió en innumerables ocasiones. Compartió una ocasión en la que estuvo a un paso de la muerte cuando un alto mando nazi de las SS, conocido por deleitarse en asesinar a niños judíos, le apuntó con su pistola. En lugar de apretar el gatillo, le dijo que se fuera a casa. Ruth tenía solo diez años.

En el gueto de Varsovia, fue testigo de la muerte de miles de personas a causa del hambre y de las enfermedades. Finalmente, más de 300,000 judíos fueron enviados para ser asesinados en el campo de exterminio de Treblinka. Milagrosamente, Ruth y sus padres lograron escapar y permanecieron escondidos hasta el final de la guerra.
Nadie en aquella sala pudo contener las lágrimas mientras Ruth compartía estos desgarradores recuerdos. En respuesta a una pregunta específica, Ruth reconoció que, al principio, su fe en Dios se había quebrantado, una reacción muy común entre muchos sobrevivientes. Sin embargo, a pesar de las cicatrices tan profundas a causa del trauma, Ruth eligió una vida de esperanza.
Los eventos del 7 de octubre y el aumento del odio internacional hacia los judíos, como una ola imparable, han vuelto a romper el corazón de Ruth. El odio le resulta demasiado familiar, afirmó, similar al que experimentó en los días previos al Holocausto.
Sin embargo, Ruth pudo sentir el amor de todos los cristianos de aquella sala que escuchaban su testimonio con los ojos llenos de lágrimas y con los corazones abiertos. Finalmente, al concluir nuestra sesión, crucé la habitación, me arrodillé a su lado y sostuve su débil mano entre las mías. Le dije que era amada y que los cristianos de todo el mundo están junto al pueblo judío porque ¡el Dios de Israel vive! Le hablé sobre los israelíes a quienes proporcionamos alimentos, de los sobrevivientes a los que bendecimos, de las ambulancias que compramos y de las naciones que representamos. Mientras apretaba suavemente su mano, le aseguré que este amor nace de nuestra fe. Es lo que nos impulsa a defender la verdad y a consolar a la nación de Israel. Prometí que el mundo conocería su historia y el milagro de su supervivencia. En ese momento, parecía que Ruth y yo éramos los únicos en la sala, mientras sus ojos comenzaban a llenarse de esperanza nuevamente. Me regaló una cálida sonrisa y luego pronunció una bendición sobre mí.
¡Levantémonos junto al pueblo de Israel en esta hora tan difícil! ¡Seamos luz y hagamos retroceder la oscuridad! ¡Demostremos este amor para que personas como Ruth Berlinger —y otros millones de israelíes— conozcan el amor y el apoyo cristiano! Mostremos este amor con actos tangibles de bendición.
Ruth sobrevivió al hambre en el gueto de Varsovia. Muchos otros no lo lograron. A día de hoy, hay muchos israelíes que aún enfrentan escasez de comida en la tierra de sus antepasados. No podemos cambiar el pasado de Ruth, pero sí podemos mejorar el futuro de alguien más. Podemos llevar comida a su mesa. Podemos recordarles que son tenidos en cuenta, que son amados y que no están solos.
¿Te unirás a nosotros para bendecir al pueblo de Israel donando hoy a nuestro Programa de Alimentos? Tu donación es más que una comida; es el amor cristiano hecho visible.
Shalom,
Rev. Peter J. Fast
CEO Internacional
Traducido por Ara Sainz – Voluntaria en Puentes para la Paz

Proyecto Alimento
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