La cultura del café en Israel

En Israel, el café es más que una bebida; es un ritual y un nexo de unión para la vida social. Algunos dirían incluso que tomar café es el pasatiempo nacional no oficial. Podrás comprobarlo al pasear por casi cualquier calle israelí: grupos de amigos charlando frente a pequeñas tazas, reuniones de negocios alrededor de mesas llenas de café y algunos pensadores solitarios bebiendo lentamente mientras observan a la gente pasar. El café es fuerte, pero las conversaciones suelen ser aún más intensas, y de alguna manera, el aroma de los granos de café recién tostados parece marcar el ritmo del día.
El Medio Oriente se encuentra con el Occidente

La cultura del café en Israel está marcada por su historia de inmigración, con una mezcla de diferentes tradiciones. De Europa llegó el estilo de vida del café pausado y contemplativo. Los inmigrantes de Viena, Budapest y París trajeron la idea de sentarse durante horas con un capuchino o un expreso, leyendo el periódico o hablando de política y filosofía. El café europeo gira en torno a la elegancia, el ocio y el disfrute de la repostería junto con la bebida.
Más tarde llegó la influencia del Medio Oriente y el norte de África. Los inmigrantes de países como Irak, Siria, Marruecos y Egipto trajeron su café espeso, fuerte y dulce, preparado en un finjan (una pequeña cafetera de mango largo con boquilla, diseñada específicamente para preparar café turco). El cardamomo, el azúcar y la infusión lenta a fuego lento eran sus señas de identidad. La taza era pequeña, el sabor intenso, y el momento de beberlo era todo un ritual. No se trataba de prisas; se trataba de presencia y conversación.

En Israel, ambas tradiciones coexisten. Puedes pedir un café hafuch (la versión israelí del latte) en una cafetería de Tel Aviv y, al mismo tiempo, encontrarte con alguien bebiendo botz (barro), el espeso café turco que deja un poso parecido al barro en el fondo de la taza. Al combinar ambas tradiciones, surge algo único desde el punto de vista cultural, un reflejo del propio país: complejo, diverso y abierto a influencias de todas partes. Y aunque siguen apareciendo nuevas tendencias de cafés especiales, las viejas costumbres nunca desaparecen del todo. Preparar el café en un finjan sobre una llama viva ha vuelto a ponerse de moda entre los jóvenes israelíes, que lo consideran como algo nostálgico y auténtico a la vez.
La vida en los cafés de Israel
Si hay un nombre digno de mención, ese es Aroma Espresso Bar. Esta reconocida cadena nació en Jerusalén en 1994 y rápidamente se convirtió en un gigante, superando a las cadenas extranjeras antes de que estas pudieran consolidarse. La idea era sencilla: café de calidad, platos frescos y espacios abiertos, amplios y modernos. Podías sentarte allí durante horas sin que nadie te moleste.
El menú es en parte europeo, en parte israelí. Croissants, sándwiches, ensaladas, shakshuka (huevos escalfados en salsa de tomate, aceite de oliva, pimientos, cebolla y ajo). Un capuchino con un croissant de halva resulta tan natural como un espreso con un panini. Aroma se convirtió en algo más que una cadena; se transformó en un símbolo de la vida urbana israelí. Lo revelador es que cuando gigantes estadounidenses del café como Starbucks intentaron entrar en el mercado israelí, no pudieron competir. En Israel, la gente prefería el estilo local. Ya tenían su propia marca que se consideraba auténtica. El café ya era israelí, no importado.
Pero Aroma es solo una parte de la historia. Hoy en día, los cafés independientes prosperan. Viviendo en Jerusalén, aún no he visto cerrar ninguna cafetería de especialidades. Son modernos, llenos de energía y su estética siempre es perfecta, con un café de primera clase.

Tan solo en Tel Aviv hay cientos de pequeños cafés, cada uno con su propia personalidad. Los tostadores de cafés de especialidad ofrecen granos de origen único, café vertido y café frío. La combinación de innovación y tradición es lo que mantiene viva y diversa la escena cafetera israelí. Como visitante, probar cada café cercano puede llegar a convertirse en una parte esencial de su lista de cosas que hacer en Israel.
El café como entramado social
Una de las peculiaridades de Israel es que se puede conseguir buen café casi en cualquier lugar, incluso en una gasolinera junto a la carretera. En muchos países, el café de gasolinera significa un café débil, aguado y probablemente recalentado durante horas en una cafetera. En Israel, es diferente. La gente espera encontrarse con una máquina de expreso de verdad, granos recién molidos y, a veces, incluso un poco de arte con espuma, si tienes suerte. Parar en la gasolinera se ha convertido en una pequeña tradición propia. Los conductores de viajes largos se detienen no solo para repostar gasolina, sino también para disfrutar de un buen café hafuch. Es habitual escuchar a los amigos decir: "Nos vemos en la gasolinera para tomar un café rápido", y es completamente normal. Esto dice mucho sobre su cultura: incluso viajando, los israelíes no se conforman con un mal café.
Para muchos israelíes, el día comienza con una taza, la primera pausa antes del ajetreo del día a día. Puede ser un trago rápido en la barra o un largo hafuch acompañado por las noticias de la mañana. Más allá de la rutina, el café también es el lugar para conectar. Las familias se reúnen, se hacen tratos de negocios y se escuchan acolaros debates políticos alrededor de las pequeñas mesas redondas. Es frecuente ver a tres generaciones compartiendo el mismo espacio en la cafetería: abuelos con tazas turcas, padres con un hafuch, adolescentes con bebidas heladas. Ya seas un obrero de la construcción a pie de calle o el fundador de una empresa emergente en un elegante café de Tel Aviv, la taza en tu mano crea un puente de unión entre todos.
Así que, al final, la cultura del café en Israel no se trata solo de cafeína. Se trata de hacer una pausa en un país con un ritmo acelerado. Se trata de conexión y presencia. Hay una frase hebrea, "al kaf kafe", que se traduce como "con una taza de café". Significa más que beber; significa hablar, compartir, estar juntos. Esa es quizás la parte más israelí de todo esto. Ya sea un vaso de papel de un puesto callejero, un elegante latte de Aroma o un finjan hervido sobre las llamas de un hornillo, el café es más que una bebida aquí. Es el sabor de la pertenencia y parte de la esencia de la vida cotidiana.
Traducido por Robin Orack – Voluntaria en Puentes para la Paz
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