La civilización occidental está en peligro

Tanto judíos como cristianos tenemos tantos asuntos importantes que atender, aquí te menciono uno más: la preservación de la civilización occidental. Es cierto que es esta una idea abrumadora. Sin embargo, compartimos un Dios que nos empodera y un Libro que nos instruye, permitiéndonos vencer las fuerzas que buscan destruir la civilización que hemos heredado.
Nuestros valores culturales fundamentales como sociedad occidental se basan en las Escrituras Hebreas y el Nuevo Testamento. Lo que llegó a llamarse "Occidente" se originó en el judaísmo y el cristianismo, con fundamento bíblico. Por lo tanto, es responsabilidad de judíos y cristianos unirse en su defensa.

Llamado a la acción
Cada vez hay más voces —tanto cristianas como judías— que piden el rescate de la civilización de su decadencia. La primera voz a la que presté atención al respecto fue la de mi hija cuando escribió un ensayo en su colegio sobre la necesidad de preservar la civilización occidental.
En toda honestidad, mi pensamiento inicial sobre el tema fue: «Sí, qué bien. Sin duda, debemos tener museos que garanticen la preservación del arte, la arquitectura y la literatura de Grecia, Roma y Europa para nuestra posteridad». Pero me estaba perdiendo por completo el punto. La civilización misma está en peligro y debe ser protegida celosamente para no perder lo que sostiene a la humanidad.
Voces con más autoridad que mi hija adolescente se han levantado y han hecho un llamado a la acción. Les presento dos, una cristiana y otra judía, ambas británicas: Tom Holland en Dominio: La creación de la mente occidental; y Melanie Phillips en La piedra de los constructores: Cómo judíos y cristianos construyeron Occidente y por qué solo ellos pueden salvarlo.
Una civilización judeocristiana
Como eminente historiador, la obra de Holland muestra cómo Occidente está tan inmerso en la influencia cristiana que nuestra moral y ética no deberían asumirse como universales, sino como fruto de una cultura que sigue a Jesús. Holland afirma: «Tan profundo ha sido el impacto del cristianismo en el desarrollo de la civilización occidental que ha llegado a estar oculto a la vista» (p. XXIX). Ese impacto incluye la aplicación de la razón, la ciencia, la educación, la atención médica, la libertad y la justicia.
Como destacada periodista y observadora cultural, Phillips quiere que entendamos que lo que el cristianismo propagó al mundo —los orígenes "ocultos" de las normas sociales occidentales— se originó con los judíos. Escribe: «Lo que muchos pasan por alto es que los principios morales que se supone fueron inventados por el cristianismo, como la compasión, la justicia, la atención a los pobres o la priorización de los demás, fueron introducidos al mundo por la Biblia Hebrea» (p. 43). Ella sostiene que lo que conocemos como "civilizado" no existiría sin el Libro de Dios entregado a Israel.
Dones de los griegos y hebreos
Pensadores griegos como Sócrates, Platón y Aristóteles moldearon significativamente la civilización occidental con conceptos fundamentales de lógica, filosofía y política. Sistematizaron la búsqueda del hombre de la bondad, la verdad y la belleza en un mundo que, según ellos, debía estar gobernado por algún logos (principio unificador).
Phillips reconoce la contribución griega, pero señala cómo estaban confinados en principios generales abstractos con un concepto cíclico y fatalista del tiempo. Su ciudad-estado —donde el poder era una virtud y no se reconocía como una influencia corruptora— era un fin en sí mismo. No existía una verdadera igualdad entre un pueblo cuyo destino estaba determinado, no por la responsabilidad individual sino por las órdenes caprichosas de su panteón [conjunto de todos los dioses].
Torá y Talmud
Dios dio a Israel su Torá (Gén-Dt). A través de ella, Israel le dio al mundo el estado de derecho, la justicia y la responsabilidad de administrar estos cimientos de la sociedad civilizada. El hecho de que todos portan la imagen de Dios significa que todos son iguales ante la ley. Gracias a que los israelitas adoptaron las ordenanzas de Moisés mediante un compromiso personal y no mediante la dominación totalitaria, el mundo descubrió la libertad personal con responsabilidad individual por el bien común. La Biblia Hebrea nos dio un gobierno limitado, ya que ningún poder humano es absoluto, y la soberanía pertenece solo a Dios.
Los rabinos y sabios que crearon el Talmud (comentario documentado sobre la Torá) le regalaron a Occidente un tesoro escondido. Durante una conferencia en 1996, el erudito en judaísmo, Jacob Neusner, explicó que nos proporcionó «categorías científicas y filosóficas para las relaciones materiales y tangibles del hogar y la familia, la cocina y el dormitorio, el mercado, la sinagoga y el lugar de estudio... una vida auténticamente sagrada».
El poder del Talmud, dice Neusner, reside en «la traducción de los principios abstractos de la ciencia y la filosofía a asuntos concretos y cotidianos». De hecho, los argumentos talmúdicos se encuentran entre los moldeadores más influyentes del discurso público en Occidente.
Judíos y cristianos juntos
La civilización occidental está en peligro. Hay un ataque a gran escala contra las normas y valores bíblicos. Voces de la extrema izquierda política desmantelarían toda religión si pudieran, pero están particularmente empeñadas en erradicar la ética social judeocristiana. Voces de la extrema derecha, principalmente del islam yihadista, no cederán hasta que todos —pero en particular los judíos y los cristianos— se sometan a su ideología. Es alarmante que los extremistas de extrema izquierda y extrema derecha están uniendo sus voces, y se están infiltrando en la sociedad occidental para alcanzar un mayor objetivo: la destrucción del Estado de Israel.
No nos debe sorprender que la nación elegida por Dios representa la vanguardia de la civilización occidental. Las lenguas mentirosas y las entidades acusadoras que se alzan contra Israel, aparecen inspiradas por demonios, convencidas de que si derriban al estado judío, pueden hacer retroceder al cristianismo y a Occidente.
Abrazando nuestra herencia compartida y responsabilidad heredada, cristianos y judíos debemos trabajar juntos para preservar la civilización occidental, cimentándonos en la Biblia, forjando relaciones que honren a Dios entre nuestras comunidades y acompañando a Israel en nuestras oraciones, donaciones y defensa. Con este esfuerzo conjunto y con la ayuda de Dios, la primera línea en esta batalla épica se mantendrá. Y que juntos podamos pedir que el Mesías venga en nuestros días y arregle todas las cosas para nuestra civilización en peligro.
Traducido por Robin Orack – Voluntaria en Puentes para la Paz
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