Habacuc: Dios, ¿dónde estás?

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La Biblia contiene una valiosa colección de libros y cartas, con palabras tan vivas y transformadoras como cuando fueron inspiradas originalmente por el Espíritu Santo. Algunos los conocemos bien y podemos identificarlos fácilmente; sin embargo, otros nos resultan menos conocidos. Habacuc, sin duda, pertenece a esta última categoría. Encontramos este breve libro profético escondido entre los libros de Nahúm y Sofonías. Durante muchos años amé su final lleno de esperanza, pero recientemente me he sentido cautivada por el libro completo. Aunque fue escrito hace aproximadamente 2800 años, su mensaje sigue siendo increíblemente relevante a día de hoy. Acompáñame en este viaje en el que podremos ser testigos secretos de la conversación de Habacuc con Dios.
Un hombre misterioso
Sabemos muy poco sobre Habacuc. A diferencia de otros profetas, su genealogía no aparece en las Escrituras. Su nombre solo se menciona dos veces: primero en la introducción de su propia profecía (Hab 1:1) y de nuevo al principio del último capítulo del mismo libro (Hab 3:1). Los eruditos incluso discrepan sobre el significado de su nombre, aunque la mayoría ha concluido que deriva de la raíz hebrea חבק (jāḇaq), que significa "abrazar o estrechar". Al leer el libro de Habacuc, resulta evidente que el profeta fue, en efecto, un hombre que abrazó y se aferró únicamente a Dios.

¿En qué época vivió y escribió esta profecía? Según los estudios de Pickering Bible Commentary for Today, (NO EXISTE LA VERSIÓN ESPAÑOLA DE ESTOS ESTUDIOS) “Cualquier intento de datar la profecía debe enfrentar una pregunta crucial: ¿Es la descripción de Habacuc acerca de los caldeos una visión profética o se trata del simple relato de unos hechos ya de sobra conocidos en la época?”
Aunque existen varias teorías, la mayoría de los eruditos aceptan el Séder Olam (una cronología rabínica de los acontecimientos bíblicos), que sostiene que Habacuc vivió durante el reinado del rey Manasés (697-643 a. C.). El reino de Judá había sufrido una serie de reformas bajo el reinado de Ezequías, que su hijo, Manasés, revirtió inmediatamente al ascender al trono. El resultado fue la propagación del pecado y de la maldad generalizada, lo que nos lleva a la primera queja de Habacuc.
Dios, ¡no estás haciendo nada!
Habacuc, el hombre que amaba a Dios y se aferraba a Él, estaba horrorizado por la situación de Jerusalén bajo el reinado de Manasés. “Hizo lo malo ante los ojos del Señor, conforme a las abominaciones de las naciones que el Señor había desposeído delante de los israelitas” (2 Reyes 21:2).
Se puede apreciar la angustia de Habacuc al derramar su corazón: “¿Hasta cuándo, oh Señor, pediré ayuda, y no escucharás? Clamo a Ti: «¡Violencia!». Sin embargo, Tú no salvas” (Hab 1:2). Y continúa: “¿Por qué me haces ver la iniquidad, y me haces mirar la opresión?” (v. 3a). Podemos parafrasear el clamor de Habacuc de la siguiente manera: “Dios, ¿es que no Te importa que Tu nombre sea profanado?”.
En respuesta a la acusación de que no estuviera haciendo nada al respecto, Dios le dice a Habacuc: «¡Miren entre las naciones! ¡Observen! ¡Asómbrense, quédense atónitos!» (Hab 1:5a). Después procede a describir al ejército caldeo, el instrumento de juicio que Él había escogido para el Reino de Judá. Es realmente aterrador leer sobre las prácticas de este ejército, conocido por su violencia y la destrucción despiadada de las tierras que conquistaba.

Dios, ¡eso es demasiado!
El lamento inicial de “Dios, no estás haciendo nada” se transforma abruptamente es un clamor horrorizado, “¡Dios, no podemos sobrevivir a semejante embestida! ¡Es demasiado!”. Habacuc expresa entonces su segunda queja, que consta de dos partes. Primero, se pregunta cómo alguien podría sobrevivir a la devastación que se avecinaba. En segundo lugar, cuestiona la elección de Dios de los caldeos, una nación mucho más perversa que los israelitas. Habacuc determina entonces que, de manera similar a la de Jonás en Nínive: “Estaré en mi puesto de guardia, y sobre la fortaleza me pondré; velaré para ver lo que Él me dice, y qué he de responder cuando sea reprendido” (Hab 2:1).
Es casi como si Habacuc dijera: “No puedo creer que hables en serio, Señor. Acabas de describir con todo detalle las horribles prácticas de los soldados caldeos, Tu instrumento elegido para juzgar el pecado de Judá. Me sentaré aquí, en los muros de Jerusalén, a ver qué dices. ¿Me corregirás? ¿Continuarás en el camino del juicio que has trazado?”.
Muestra la visión con claridad
La respuesta del Señor llega rápidamente. No le da explicaciones, sino que le encomienda a Habacuc la misión de compartir la visión del juicio inminente con los demás, a modo de advertencia para ellos. “Entonces el Señor me respondió: «Escribe la visión y grábala en tablas, para que corra el que la lea»” (Hab 2:2).
Después de dar instrucciones sobre cómo debía mostrar la visión al pueblo —claramente con la esperanza de que algunos escucharan y se arrepintieran— el Señor empezó a responder a la segunda serie de preguntas que Habacuc había planteado.
La respuesta de Dios a la primera queja es sencilla: «Mas el justo por su fe vivirá» (Hab 2:4b). La palabra hebrea traducida como “justo” es tzadik (צַדִּיק), que significa recto o alguien que cumple con la ley. Incluso en los días de Manasés, quien desvió a su pueblo del servicio a Dios hacia la idolatría, existía un remanente justo que amaba a Dios y seguía sus instrucciones contenidas en la Torá (Gn-Dt).
¡Ayes contra los injustos!
El resto del capítulo 2 (vv. 5-20) aborda la segunda pregunta de Habacuc: “Dios, ¿cómo puedes usar a un pueblo más perverso que nosotros para disciplinarnos?”. La traducción de la RVR1960 utiliza el siguiente subtítulo para estos versículos: “Ayes contra los injustos”. En medio de Su discurso, Dios pone la situación en perspectiva y proclama Su soberanía sobre todo el mundo. El versículo 13 plantea la pregunta: «¿No viene del Señor de los ejércitos que los pueblos trabajen para el fuego y las naciones se fatiguen en vano?» (énfasis añadido). El Señor responde a Su propia pregunta con palabras en tiempo futuro que a día de hoy nos resultan muy familiares: «Pues la tierra se llenará del conocimiento de la gloria del Señor como las aguas cubren el mar» (Hab 2:14). Esta declaración debería fortalecer nuestra fe en la creencia de que la “historia” —o los asuntos nacionales— son en realidad “Su historia”.
El capítulo 2 culmina con la advertencia de Dios ante la inutilidad de confiar en ídolos creados por el hombre para cualquier tipo de salvación. Él, y solo Él, es el único Dios verdadero, quien estableció los cielos (Gn 1:6-8), quien pone a los reyes en tronos y los quita (Dn 2:21). Habacuc 2:20 expresa la esencia de todo: «Pero el Señor está en Su santo templo: calle delante de Él toda la tierra». La discusión termina y las preguntas de Habacuc reciben respuesta.

Y hubo silencio
Para la preparación de este estudio sobre Israel, escuché un mensaje de Davis Pawson acerca del libro de Habacuc. Al llegar al final del capítulo 2, Pawson anunció a su audiencia que guardaría silencio y dejaría de hablar durante varios minutos. Se trataba de una contundente demostración de la importancia de guardar silencio y escuchar al Señor. No me cabe duda de que Habacuc permaneció en silencio durante mucho más que unos minutos.
El tono del libro cambia en el capítulo 3, donde podemos leer: “Oración del profeta Habacuc, en tono de Sigionot” (v. 1). Sería fácil pasar por alto la última palabra, ya que la nota al pie de la mayoría de las traducciones indica que se desconoce el significado exacto de dicho término. Solo aparece una vez más en singular (shiggaion) en el Salmo 7, en una apasionada súplica del Rey David por la liberación de sus enemigos. Según GotQuestions, “la mayoría de los comentaristas creen que la palabra sigionot engloba la idea de ‘una intensa emoción’, ‘un deambular errático’ o ‘un tumulto salvaje’”.
Es imposible tener un encuentro directo con el Dios Altísimo y quedar indiferente. Habacuc expresa su profunda emoción en su clamor: “Oh Señor, he oído lo que se dice de Ti y temí. Aviva, oh Señor, Tu obra en medio de los años, en medio de los años dala a conocer; en la ira, acuérdate de tener compasión” (3:2, énfasis añadido).
El profeta acepta el hecho de que el juicio vendrá a través del ejército caldeo, pero el hecho de que ruegue por misericordia significa que también conoce la naturaleza y el carácter de Dios. Este es un clamor que conmueve el corazón de Dios porque la misericordia es parte de Su naturaleza. Dios se describió a sí mismo ante Moisés de la siguiente manera: “Entonces pasó el Señor por delante de él y proclamó: «El Señor, el Señor, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, el que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado, y que no tendrá por inocente al culpable; que castiga la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos hasta la tercera y cuarta generación»” (Éx 34:6-7, énfasis añadido). Somos merecedores de juicio por nuestra desobediencia y pecado, pero también podemos implorar por lo opuesto: misericordia.
La oración de Habacuc continúa cuando comienza a describir la grandeza de Dios haciendo uso del pronombre en segunda persona “Tú”, para acercarse después de forma gradual al pronombre en tercera persona “Él” (Hab 3:3-15). Finalmente, alcanza el clímax cuando el profeta expone su propia reacción: “Oí, y se estremecieron mis entrañas; a Tu voz temblaron mis labios. Entra podredumbre en mis huesos, y tiemblo donde estoy. Tranquilo espero el día de la angustia” (Hab 3:16a).
En la parte final de este breve libro, podemos observar que Habacuc acepta el hecho de que la ciudad y la Tierra que ama enfrentarán la destrucción. No habrá cosecha de olivos, pues los árboles serán talados. Tampoco quedarán ovejas ni cabras en los rebaños. Sin embargo, Habacuc ha alcanzado un conocimiento mayor de Dios del que tenía al principio. Ahora, en lugar de preguntar: "¿Dónde estás?", elige mirar a Dios, quien es fiel, incluso cuando no comprende Sus caminos.
El libro termina con los queridos versículos, llenos de pasión y alabanza: “Con todo yo me alegraré en el Señor, me regocijaré en el Dios de mi salvación. El Señor Dios es mi fortaleza; Él ha hecho mis pies como los de las ciervas, y por las alturas me hace caminar” (Hab 3:18-19).
Lecciones de Habacuc
¿Cuáles son algunas de las lecciones que podemos aprender del libro de Habacuc?
Nuestras Preguntas: Es normal y natural que tengamos preguntas. En general, cuando le planteamos a Dios preguntas como "¿Por qué?" podemos vernos envueltos en una situación delicada. ¿Estamos quizá insinuando que nosotros podríamos hacer un mejor trabajo administrando el universo del que está haciendo Él o realmente queremos la respuesta de Dios? Él conoce las motivaciones de nuestro corazón mejor que nosotros, y creo que el libro de Habacuc, nos demuestra que está bien hacerle preguntas a Dios. Sin embargo, es posible que no nos guste la respuesta.
Nuestras quejas: Pueden parecer preguntas, pero tienen cierto tono acusatorio. Si tienes alguna queja, lo más importante es confiar directamente en Dios. No murmures ni te quejes con los demás; eso es rebelión. Nuestros pensamientos y la condición de nuestro corazón no están ocultos a Dios. Es mejor no dejar que una queja se agrave. Más bien, llévala ante Él.
Juicio: El pecado tiene consecuencias, y aunque Dios es misericordioso, hay momentos en que tendremos que experimentarlo. No podemos elegir el instrumento que Él usará para castigarnos. En esos momentos, solo podemos clamar como Habacuc: “En la ira, acuérdate de la misericordia”.
Encontrando a Dios: Tener un encuentro directo con Dios no es algo fácil. De hecho, creo es algo que está reservado para unos pocos. Pero cuando estos encuentros ocurren, no hay más preguntas ni quejas. Por ejemplo, cuando Isaías vio al Señor, exclamó: «¡Ay de mí! Porque perdido estoy, pues soy hombre de labios inmundos y en medio de un pueblo de labios inmundos habito, porque mis ojos han visto al Rey, el Señor de los ejércitos» (Is 6:5). Job se quedó sin palabras después de que el Señor lo interrogara, y únicamente pudo decir: «Yo soy insignificante; ¿qué puedo yo responderte? Mi mano pongo sobre la boca. Una vez he hablado, y no responderé; aun dos veces, y no añadiré más» (Job 40:4-5). De hecho, todas las preguntas o quejas se desaparecen ante un encuentro divino.
Un solo libro
Aunque quizás nunca tengamos un encuentro directo con Dios como lo tuvieron Habacuc, Isaías y Job, sí podemos encontrarlo en las páginas de las Escrituras. Es importante estudiar toda la Biblia, incluyendo el Tanaj (Gn-Mal), y no solo los libros conocidos. Una vez escuché a un líder de Puentes para la Paz decir: «Cuando recibo una Biblia nueva, arranco la página en blanco entre el Antiguo y el Nuevo Testamentos». En ese momento, me sorprendí un poco, pero enseguida comprendí la sabiduría práctica de esta acción. Al eliminar la barrera entre el Tanaj y el Nuevo Testamento (Brit Hadashá o Nuevo Pacto), demostramos de forma clara y contundente que la Biblia es un solo libro, lleno de tesoros escondidos y revelaciones que son tan ciertas hoy como lo fueron cuando el Espíritu Santo inspiró a sus escritores hace milenios.
Bibliografía
Alexander, Pat, ed. The Lion Encyclopedia of the Bible. Herts, England: Lion Publishing, 1986.
“Book of Habakkuk.” BibleProject. https://bibleproject.com/guides/book-of-habakkuk/.
“Habakkuk.” Bible.org. https://bible.org/seriespage/habakkuk.
Lockyer, Herbert, Sr., ed. Nelson’s Illustrated Bible Dictionary. New York: Thomas Nelson Publishers, 1986.
Nute, A. G., ed. The Pickering Bible Commentary for Today. London: Pickering & Inglis, 1979.
Pawson, David. “Habakkuk Part 1 IHOPKC – May 2011.” YouTube video. https://www.youtube.com/watch?v=a_Q-yVdB8ms&t=8s.
“Habakkuk Part 2.” YouTube video. https://www.youtube.com/watch?v=yE44gOMJT0E.
Schapiro, Moshe, assisted by Moshe Mykoff. The Living Nach, Later Prophets: A New Translation Based on Traditional Jewish Sources. Jerusalem: Moznaim Publishing Corporation, 1995.
Stavsky, Rabbi Yitzchok, trans. and comm. Trei Asar (תרי עשר). Artscroll Tanach Series. Brooklyn, NY: Mesorah Publications Ltd, 2009.
“What Is the Meaning of Shigionoth in Habakkuk?” GotQuestions.org. https://www.gotquestions.org/shigionoth.html.
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