Encendiendo la esperanza en la oscuridad

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El 7 de octubre de 2023 comenzó como un día cualquiera para la familia de Shoshana. Viven en Ofakim, una ciudad en el sur de Israel, a tan solo unos 24 km (15 mi) de Gaza. Por eso, cuando Hamás comenzó su ataque lanzando miles de cohetes contra Israel aquella terrible mañana, asumieron que era parte de la sombría rutina para quienes viven cerca de una organización terrorista dedicada a la destrucción de Israel.

Pero aquella mañana no se parecía a ninguna otra. Los israelíes que se despertaron a causa del sonido de las sirenas no tenían idea de que, además de los cohetes, miles de terroristas de Hamás habían violado las fronteras de Israel, invadiendo comunidades judías pacíficas para perpetrar sangrientas matanzas.

El refugio antibombas de la familia de Shoshana se encuentra fuera de su casa. Al sonar la primera sirena, la familia saltó de la cama y corrió a ponerse a salvo. Pero no sabían que los terroristas de Hamás ya se habían infiltrado en su apacible ciudad. Shoshana y sus dos hijos pequeños llegaron sanos y salvos al refugio, pero los terroristas vieron a su marido mientras corría para ponerse a cubierto. Abrieron fuego y lo asesinaron. En un instante, Shoshana quedó viuda y sus hijos quedaron sin padre.

Cuando la alegría se encuentra con el dolor

En estas fechas, las comunidades israelíes y judías de todo el mundo se preparan para Janucá, la Fiesta de las Luces. Durante ocho noches, las januquiot, o candelabros de nueve brazos, arderán resplandecientes desde las ventanas de los hogares judíos de todo el mundo como brillantes faros de esperanza en medio de la fría y oscura noche de invierno.

Tradicionalmente es una época de alegría, en la que familias y amigos se reúnen para celebrar, cantar canciones tradicionales de Janucá, comer abundantes cantidades de alimentos fritos para conmemorar el milagro del aceite, mientras los niños juegan haciendo girar el dreidel y disfrutan con entusiasmo de las brillantes monedas de chocolate brillantes envueltas en papel dorado.

Sin embargo, para Shoshana, sus hijos y muchísimas personas más, la luz ahora parece más tenue. Las velas no han brillado con la misma intensidad desde los terribles acontecimientos del 7 de octubre. Ese día, Hamás asesinó a 1200 personas, pero la tragedia tuvo un impacto mucho mayor. Cada muerte dejó a muchísimas personas marcadas y devastadas.

Esa mañana, Shoshana y su familia dormían plácidamente, con un día lleno de alegría por delante, pues planeaban celebrar Simjat Torá (la alegría de la Torá). Pero en cuestión de horas, su mundo entero cambió. Esa noche, Shoshana se fue a dormir por primera vez sin su esposo y sus hijos sin su padre.

La guerra posterior entre Israel y Hamás incrementó aún más el número de víctimas. Mientras Israel luchaba por rescatar a sus rehenes y garantizar que Hamás no volviera a cometer tales atrocidades, más familias tuvieron que pagar el precio más alto. La guerra dejó 351 viudas —un tercio de ellas enviudaron en el 7 de octubre—, así como 885 niños, entre ellos 250 menores de cinco años, sin al menos uno de sus padres. El Jerusalem Post señaló que esta guerra generó cuatro veces más huérfanos que en toda la década anterior.

Son 351 mujeres que encenderán sus januquiot con sonrisas forzadas, cantarán las canciones tradicionales de Janucá con sus hijos, y prepararán la comida típica de la festividad, sin sus maridos a su lado. Son 885 niños que harán girar el dreidel, cantarán las canciones y comerán dulces sufganyiot (rosquillas), sin la presencia reconfortante de una madre o un padre. Seguirán celebrando la festividad, pero con un asiento vacío en la mesa, y una voz menos en el coro.