El Camino

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“El camino” es un concepto central en toda la Escritura. Se menciona el camino del Señor, el camino de la vida o el camino eterno. Dios eligió a Abraham diciendo: «Y Yo lo he escogido para que mande a sus hijos y a su casa después de él que guarden el camino del Señor, haciendo justicia y juicio, para que el Señor cumpla en Abraham todo lo que Él ha dicho acerca de él» (Gn 18:19). Proverbios 15:24 añade: “La senda de la vida para el sabio es hacia arriba para que se aparte del Seol que está abajo”. David oró en el Salmo 139:23-24: “Escudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis inquietudes. Y ve si hay en mí camino malo, y guíame en el camino eterno”.
Creo que muchos hoy en día se sienten perdidos a medida que las normas bíblicas y morales son eliminadas. Por otro lado, existe el "buen camino" mencionado en Jeremías 6:16, que puede centrarnos y brindarnos descanso. “Así dice el Señor: «Párense en los caminos y miren, y pregunten por los senderos antiguos, cuál es el buen camino, y anden por él; y hallarán descanso para sus almas». Pero dijeron: «No andaremos en él»”.
Muchos caminos o un solo camino
A lo largo de las Escrituras, vemos que el camino del Señor es practicar la justicia y la rectitud: tratar a los demás como quisiéramos que nos trataran. Después de todo, es fundamental la decencia. Dios, el Creador Soberano del universo, dio a la humanidad principios para vivir una vida buena y construir sociedades sólidas y justas. Cuando transgredimos estos principios de decencia común, nuestra conciencia, naturalmente, intenta advertirnos. Incluso quienes no conocen a Dios ni Su Palabra suelen tener una idea clara de lo que está bien y lo que está mal.
El hombre más sabio de todos los tiempos, el rey Salomón, escribió a menudo sobre el camino del Señor en sus proverbios. En Proverbios 16:25, enseña: “Hay camino que al hombre le parece derecho, pero al final es camino de muerte”. La advertencia es clara: hay un camino que parece correcto cuando intentamos ir en nuestra propia dirección, pero no es el camino del Señor, y finalmente conduce a la muerte.
Salomón también instruye en Proverbios 12:28: “En la senda de la justicia está la vida, y en su camino no hay muerte”. El camino del Señor es claramente el camino de la justicia, tal como Dios lo define en Su Palabra. La Biblia nos desafía repetidamente a elegir entre el camino de la vida y el camino de la muerte. El profeta Oseas dice: “Quien es sabio, que entienda estas cosas; quien es prudente, que las comprenda. Porque rectos son los caminos del Señor, y los justos andarán por ellos; pero los transgresores tropezarán en ellos” (14:9). El apóstol Santiago conocía esta verdad y se la recordó a la Iglesia cuando escribió: “A aquel, pues, que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado” (4:17).
En el judaísmo, este concepto de moralidad básica se conoce como derej eretz. Literalmente, significa “el camino de la tierra”, lo que implica una forma ética y responsable de vivir o la forma común de comportarse o hablar.

El camino del Señor
En Hechos 18:25, leemos sobre el ministerio de Apolos en Éfeso. “Este había sido instruido en el camino del Señor, y siendo ferviente de espíritu, hablaba y enseñaba con exactitud las cosas referentes a Jesús, aunque solo conocía el bautismo de Juan”. Cuando Priscila y Aquila oyeron la enseñanza de Apolos, lo llevaron aparte y le explicaron el camino del Señor con mayor claridad (versículo 26). Hasta ese momento, Apolos solo conocía el bautismo de Juan, que, según los cuatro evangelistas —Mateo, Marcos, Lucas y Juan— implica un ministerio de arrepentimiento. Los cuatro también se refieren directamente a una profecía de Isaías. Marcos 1:3-4 dice: “«Voz del que clama en el desierto: “Preparen el camino del Señor, hagan derechas Sus sendas”». Juan el Bautista apareció en el desierto predicando el bautismo de arrepentimiento para el perdón de pecados”.
Durante su ministerio terrenal, Jesús (Yeshúa) también enseñó sobre el camino. En Mateo 7:13-14, instruyó: «Entren por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. Pero estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan».

El mundo nos dice que hay muchos caminos correctos. No te limites ni te inhibas, aconsejan. Sigue tu propio camino y encontrarás la plenitud. Pero recuerda Proverbios 16:25 y Jeremías 6:16, y ten cuidado.
Incluso algunos en la Iglesia cristiana hoy en día enseñan que el camino del Señor, tal como se enseña en el Antiguo Testamento, ya no es necesario. Esta enseñanza argumenta que Cristo, en Su muerte y resurrección sacrificial, abolió la Ley, lo que significa que los creyentes ahora viven sólo por gracia. Llevado al extremo, algunos incluso enseñan que no necesitamos seguir el camino del Señor; solo necesitamos creer en Jesús y podemos vivir como queramos.
Trágicamente, esta corriente teológica corta la conexión entre la fe y la fidelidad. Nuestro Señor fue completamente justo. Y como discípulos Suyos, nuestras vidas deben seguir Su ejemplo. En su Evangelio, el apóstol Juan cita a Jesús dos veces con el mensaje de que somos Sus discípulos si guardamos Sus mandamientos (8:31 y 15:14). La advertencia de Jeremías 6:16 también nos instruye claramente a encontrar “cuál es el buen camino, y andar por él”. No basta con simplemente creer; también debemos caminar en esta creencia y vivirla. Nuestra fe, si es verdadera, debe producir fruto: el fruto de una justicia creciente.
El camino, la verdad y la vida
Exploremos cómo la audiencia de Jesús del primer siglo probablemente habría entendido el término “el camino” y lo que puede significar para nuestro caminar de fe hoy.
Jesús se refirió a sí mismo cuando enseñó sobre el camino en Juan 14:6b: «Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí».
Los primeros discípulos de Jesús se consideraban seguidores del Camino. Consideremos las siguientes referencias del libro de los Hechos, que relata los primeros años de lo que posteriormente se conocería como cristianismo.
En Hechos 9:2, Saulo, quien más tarde sería conocido como Pablo, pidió al sumo sacerdote “cartas para las sinagogas de Damasco, para que si encontraba algunos que pertenecieran al Camino, tanto hombres como mujeres, los pudiera llevar atados a Jerusalén”. Pablo vuelve a dar testimonio de la persecución de los seguidores del Camino en Hechos 22:4. Hechos 19 ofrece dos referencias más al “Camino” en los versículos 9 y 23. Luego, en Hechos 24:14, Pablo se defiende ante Félix, el gobernador romano, testificando: «Pero esto te confieso: que según el Camino que ellos llaman secta, así sirvo al Dios de mis padres, creyendo todas las cosas que están escritas en la Ley y en los Profetas».
Es crucial notar en la confesión de Pablo que él cree todas las cosas que están escritas en la Ley o Torá (Gn-Dt) y los Profetas.
Leemos la respuesta del gobernador romano en el versículo 22: “Entonces Félix, que conocía con bastante exactitud acerca del Camino, dejó el fallo para después, diciendo: «Cuando venga el comandante Lisias decidiré el caso de ustedes»”.
Estos relatos de los Hechos respaldan el hecho de que los primeros creyentes usaban la designación "seguidores del Camino" mucho antes de que los forasteros en Antioquía comenzaran a referirse a los creyentes como "cristianos" (Hechos 11:26). Cristos es la palabra griega para Mesías, y cristianoi (cristianos) significa el pueblo del Mesías. En ese entonces, Antioquía era una ciudad predominantemente gentil y romana. El maestro bíblico y autor David H. Stern escribe en el Nuevo Testamento Judío que los gentiles incrédulos en Antioquía llamaban cristianoi a los seguidores gentiles de Jesús porque escuchaban constantemente a la gente referirse al líder/fundador de este grupo como Cristos (Cristo o Mesías). Originalmente, este era probablemente un término despectivo. Con el tiempo, tanto los creyentes judíos como los gentiles llevaron con orgullo el nombre de "cristianos". Esto queda claro en 1 Pedro 4:16, donde el apóstol amonestó: "Pero si alguien sufre como cristiano, que no se avergüence, sino que como tal glorifique a Dios".

Obviamente, cuando los primeros creyentes se llamaban a sí mismos seguidores del “Camino”, probablemente se referían a Jesús. Pero en un sentido más profundo y amplio, creo que también se identificaban como personas que seguían al Dios de Israel, quienes andaban en el “Camino del Señor”.
Como cristianos, creemos que Jesús es la Palabra viva, la Torá encarnada, y por lo tanto, el Camino. Esta doctrina proviene principalmente de los primeros versículos del Evangelio de Juan: “En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En Él estaba la vida, y la vida era la Luz de los hombres” (1:1-4).
No es un camino nuevo
“El Camino” no se consideraba una religión nueva, sino que se entendió inicialmente como un movimiento reformista dentro del judaísmo, es decir, una secta (ver Hechos 24:14). Los primeros creyentes eran judíos con una cosmovisión bíblica profundamente hebraica. Cuando el público judío de Jesús lo oyó referirse a sí mismo como «el camino, la verdad y la vida» (Juan 14:6), creo que lo interpretaron como una referencia a la palabra de Dios, las Escrituras Hebreas.
Es una creencia fundamental en el judaísmo que la Torá es vida. Esto se entiende en pasajes como Deuteronomio 32:46-47, donde Moisés advirtió: «Porque no es palabra inútil para ustedes; ciertamente es su vida». En Juan 17:17, Jesús proclamó al orar al Padre: «Tu palabra es verdad». Desde una perspectiva hebraica, el camino, la verdad y la vida se refieren a la Palabra viva de Dios, la Biblia. Él la dio a la humanidad para enseñarnos Su camino para vivir en una relación correcta con Él y con los demás. Cuando entendemos la Palabra y la vivimos obedientemente, andamos en el camino de la vida. El Salmo 18:30 lo deja claro: “En cuanto a Dios, Su camino es perfecto; acrisolada es la palabra del Señor; Él es escudo a todos los que a Él se acogen”.
Si el tema de este Estudio de Israel ha despertado tu interés —y espero que así sea— te reto a estudiar más. Busca en la Biblia el término "camino" y encontrarás una gran cantidad de referencias y dimensiones. Solo hemos tocado la superficie en este Estudio. Sobre todo, ora y pídele a Dios que te revele cómo puedes andar con mayor precisión en el camino del Señor, reflejando el carácter y el amor de Jesús.
Aferrémonos a Su promesa en el Salmo 119:1: “¡Cuán bienaventurados son los de camino perfecto, los que andan en la ley del Señor!”
Traducido por Robin Orack – Voluntaria en Puentes para la Paz
Las citas bíblicas son tomadas de Nueva Biblia de las Américas ® Copyright (c) 2005 by the Lockman Foundation. Usadas con permiso. www.NBLH.org
Bibliografía:
Nave, Orville J. Nave’s Topical Bible. Nashville, TN: The Southwestern Co., 1962.
Posner, Yecheskel. What is Derech Eretz? Chabad.org. https://www.chabad.org/library/article_cdo/aid/3469552/jewish/What-Is-Derech-Eretz.htm
Stern, David H. Jewish New Testament Commentary. Clarksville, MD: Jewish New Testament Publications, 1992.
The Way of Life. OpenBible.info. https://www.openbible.info/topics/the_way_of_life
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