El astuto juego antisemita de Qatar: Sembrador de odio, intermediario de paz

Por Simon Fenn ~ Bridges for Peace

En el laberinto de la geopolítica global, pocas naciones se mueven con tanta destreza entre aliado y adversario como Qatar. Esta pequeña monarquía del Golfo, con grandes ambiciones solo comparables a la profundidad de su duplicidad, se ha posicionado como un socio clave de Occidente. Al mismo tiempo, mantiene fuertes vínculos con grupos e ideologías que desprecian los valores democráticos que defiende públicamente.

Su intrincada estrategia —caracterizada por la generosa financiación de universidades estadounidenses; profundos vínculos con la Hermandad Musulmana y un apoyo sustancial a Hamás— justifica un nuevo escrutinio por su papel en el fomento del activismo anti-israelí y el antisemitismo; en todo el mundo. A medida que la influencia de Qatar se expande, su diplomacia de prestidigitación merece ira, no recompensa. Esto es particularmente cierto en la sinuosa forma en que moldea las narrativas en los campus estadounidenses para socavar el apoyo occidental a Israel.

Manifestantes propalestinos (Crédito de foto: Vic Hinterlang Shutterstock)

Jugando con todos los bandos

El manual de estrategias de Qatar es un manual de contradicciones. Por un lado alberga la base aérea de Al Udeid; la mayor instalación militar estadounidense en Oriente Medio, lo que consolida su estatus como un importante aliado no perteneciente a la OTAN. Ha mediado en acuerdos estratégicos de alto perfil, incluyendo negociaciones entre Estados Unidos y los talibanes. Más recientemente Doha, negoció acuerdos de rehenes entre Israel, Estados Unidos y Hamás, donde proyecta una imagen de moderación benévola.

Sin embargo, bajo su barniz de realpolitik se esconde un trasfondo inquietante: el apoyo constante de Qatar a movimientos anti-israelíes e islamistas. Esto incluye a la Hermandad Musulmana y su rama palestina, Hamás; a la que Doha ha respaldado con cientos de millones de dólares anuales.

“Qatar juega con todos los bandos”, afirma Amine Ayoub, analista de Oriente Medio que escribe para el Middle East Forum. “Alberga la mayor base aérea estadounidense de la región, a la vez que mantiene relaciones abiertas con enemigos de Israel y Occidente”.

Esta dualidad, le permite a Qatar ejercer un poder blando con precisión quirúrgica, aprovechando su riqueza para influir en instituciones mucho más allá de sus fronteras, en particular, en las universidades estadounidenses.

Influencia en el mundo académico

Desde principios de la década del 2000, Qatar se ha convertido en el mayor donante extranjero a las universidades estadounidenses, canalizando 4,700 millones de dólares estadounidenses al mundo académico estadounidense entre 2001 y 2021; según un informe de la Asociación Nacional de Académicos de 2022. Solo la Universidad de Cornell recibió 1,950 millones de dólares entre 2001 y 2023. Otros 7,900 millones de dólares se donaron al Hospital Sidra de Doha, administrado por la Facultad de Medicina Weill de Cornell. La Universidad de Georgetown obtuvo 760 millones de dólares, mientras que Northwestern, Carnegie Mellon y otras, también se beneficiaron de la generosidad de Qatar.

Gran parte de esta financiación fluye a través de la Fundación Qatar. Esta entidad estatal mantiene estrechos vínculos con la familia real y se inspira en figuras como Yusuf al-Qaradawi, el difunto líder espiritual de la Hermandad Musulmana, quien profesaba creencias antisemitas y abogaba abiertamente por la yihad violenta (guerra santa) contra los enemigos del islam.

Un estudio realizado en 2020 por el Instituto para el Estudio del Antisemitismo y la Política Global (ISGAP) reveló una correlación sorprendente: las universidades que recibieron importantes fondos qataríes, como Cornell y Georgetown; experimentaron un aumento del 300 % en los incidentes antisemitas entre 2015 y 2020. Estos campus albergan secciones activas de Estudiantes por la Justicia en Palestina (SJP), organización que ISGAP vincula con la Hermandad Musulmana y que fomenta entornos agresivos anti-israelíes y antisemitas.

El Dr. Charles Asher Small, Director Ejecutivo de ISGAP, afirma: «Qatar, un estado que apoya, financia y acoge a terroristas; no debería tener cabida en la educación superior estadounidense. La correlación entre la financiación qatarí y los incidentes antisemitas es demasiado significativa como para ignorarla».

Estudiantes judíos en la mira

El auge de SJP en los campus estadounidenses ha coincidido con las inversiones académicas de Qatar. Según el informe de 2024 de ISGAP, SJP y su organización matriz, Estudiantes Nacionales por la Justicia en Palestina, reciben financiación de entidades como Musulmanes Americanos por Palestina (AMP) y el Comité de Acción Popular de Westchester (WESPAC); ambas vinculadas a Hamás. Las filiales de SJP han respaldado la violencia contra los judíos, glorificando el atentado de Hamás del 7 de octubre de 2023 —que mató a más de 1,200 israelíes— y están utilizando el activismo pro-palestino, para convertir los campus en entornos hostiles para los estudiantes judíos.

Los estudiantes judíos en universidades como Cooper Union y George Washington se han enfrentado al acoso constante, con SJP a menudo al frente de estos antagonismos. Un estudio del Network Contagion Research Institute de 2023 reveló que los campus que reciben financiación de estados autoritarios, como Qatar, reportaron tasas significativamente más altas de incidentes antisemitas, lo que resalta una vez más el vínculo entre la influencia extranjera y la radicalización universitaria.

“Estos no son movimientos estudiantiles orgánicos”, argumenta David Harris, presidente de Asuntos Globales de ISGAP. “El dinero de Qatar moldea narrativas, financia programas anti-israelíes y empodera a grupos como SJP para radicalizar los campus”.

Ethos del extremismo

El ethos extremista de la Hermandad Musulmana impregna la estrategia de Qatar. El canal de noticias Al Jazeera está financiado por el emir de Qatar y ha sido llamado el “portavoz de la Hermandad Musulmana”, amplificando falsedades que difaman a Israel y a Occidente. Los vínculos de Qatar con la Hermandad también se extienden a sus inversiones educativas. El ISGAP ha descubierto que los planes de estudio financiados por Qatar en las universidades estadounidenses promueven ideologías yihadistas y tropos antisemitas.

Sin embargo, las alianzas occidentales cuidadosamente elaboradas por Qatar lo protegen de una reacción negativa significativa. Su papel como mediador en las conversaciones sobre la toma de rehenes en Gaza y como anfitrión del Mundial de 2022, han impulsado su reputación global.

“Qatar domina el arte del poder blando”, afirma Ayoub. “Contrata grupos de presión; invierte en instituciones occidentales y se posiciona como indispensable; todo ello mientras promueve una agenda extremista”.

Recuperando las universidades

La actual administración estadounidense ha tomado nota. El 24 de abril de 2025, el presidente Donald Trump emitió una orden ejecutiva que obliga a las universidades estadounidenses, a informar sobre toda la financiación extranjera; una medida impulsada por grupos alarmados por la financiación opaca, que inunda los centros de educación superior de países como Irán y Qatar. La orden se alinea con los esfuerzos cada vez más amplios de la Casa Blanca para abordar, el sentimiento anti-israelí y el antisemitismo en las universidades estadounidenses.

ISGAP ha exigido a Cornell, el cierre de su campus de Doha y a todas las instituciones estadounidenses, que rompan vínculos con Qatar. Texas A&M finalizó su asociación de 20 años con Qatar en 2024, alegando preocupación por su influencia.

La astuta diplomacia itinerante y la astuta política de Qatar han demostrado ser eficaces, aunque representan un desafío directo a los valores democráticos y a la seguridad de Israel. En lugar de beneficiarse de los miles de millones de Qatar, las instituciones académicas optaron por permitir que grupos como SJP difundieran retórica antisemita, convirtiendo los campus estadounidenses en focos de extremismo.

El Dr. Small lo resume de forma sencilla: «Se trata de una operación de influencia extranjera, financiada por Qatar y dirigida a través de grupos como SJP; para radicalizar a los estadounidenses».

Estados Unidos e Israel deben actuar con decisión para contrarrestar la forma oscura e insidiosa de subversión académica, de Qatar; insistiendo en que los campus sigan siendo refugios seguros para el aprendizaje y la investigación abierta; no campos de batalla para agendas extranjeras que promueven la división y el odio.

El futuro de la próxima generación depende de ello. Qatar puede comprar influencia, pero nunca se le debe permitir comprar nuestra complicidad.

Traducido por Chuy González – Voluntario en Puentes para la Paz

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