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ISRAEL y LA IGLESIA Cap. 6: Razón Escrituraria por Apoyar a Israel

por: Jim Solberg, Director Nacional de Estados Unidos

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¿Acaso Dios tiene una relación especial con la tierra y el pueblo de Israel? Bueno, la palabra “Israel” se menciona en la Biblia sobre 2,300 veces. ¿Cómo compara eso con otros temas cercanos al corazón de Dios? La palabra “pecado” es mencionada sobre 380 veces. “Amor” aparece sobre 280 veces. De hecho, las únicas palabras que se mencionan más que Israel son los varios nombres de Dios mismo. Quizás eso refleje lo que apasiona el corazón de Dios. Me parece que la frecuencia con que Dios habla de Sí mismo es porque Su máxima prioridad es que le conozcamos y que percibamos Su amor por nosotros. Posiblemente Sus frecuentes referencias a Israel reflejen Su segunda prioridad, para que conozcamos y comprendamos el amor de Dios hacia la Tierra y el Pueblo que escogió como Suyo propio.

Algunos de nuestros lectores de este capítulo podrían sentir cierta familiaridad con este tema, como cuando visitan a un viejo y familiar amigo. Pero para otros, podría ser algo nuevo y posiblemente extraño. Existe un viejo adagio que dice que cuando visites a un amigo, procura tres cosas: una puerta abierta a la hospitalidad, un libro abierto para aprender, y una mente abierta para considerar una nueva idea. A medida que exploremos la razón escrituraria por apoyar a Israel, favor de mantener su Biblia abierta para corroborar la veracidad de lo que digo, y mantenga su mente abierta para considerar una nueva idea.

Aunque los cristianos creemos que Yeshúa (Jesús) es el verdadero Mesías, también creemos que Dios es fiel y continúa honrando Su promesas (o Pactos) hechos con el pueblo judío. La fidelidad de Dios hacia Su Palabra debe fortalecer a la Iglesia en vez de preocuparla o desanimarla. Es posible que la mayoría de las iglesias evangélicas hoy día enseñan que Dios honra todos Sus pactos, además del pacto de salvación por medio de Yeshúa.

Ahora, mantenga su mente abierta y veamos Génesis 9:8-16: “Entonces Dios habló a Noé y a sus hijos que estaban con él y les dijo: ‘Miren, Yo establezco Mi pacto con ustedes, y con su descendencia después de ustedes, y con todo ser viviente que está con ustedes: aves, ganados y todos los animales de la tierra que están con ustedes, todos los que han salido del arca, todos los animales de la tierra. Yo establezco Mi pacto con ustedes, y nunca más volverá a ser exterminada toda carne por las aguas del diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra.’ También dijo Dios: ‘Esta es la señal del pacto que Yo hago con ustedes y todo ser viviente que está con ustedes, por todas las generaciones: Pongo Mi arco en las nubes y será por señal de Mi pacto con la tierra. Y acontecerá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se verá el arco en las nubes, y me acordaré de Mi pacto, con ustedes y con todo ser viviente de toda carne. Nunca más se convertirán las aguas en diluvio para destruir toda carne. Cuando el arco esté en las nubes, lo miraré para acordarme del pacto eterno entre Dios y todo ser viviente de toda carne que está sobre la tierra.'” (Énfasis añadido).

El Pacto de la Tierra

Creo que usted estará de acuerdo que todas nuestras iglesias enseñan sobre al arco iris en las clases dominicales, y que todos nos podemos sentir fortalecidos cuando miramos un arco iris en el cielo, reconociendo que Dios ha sido fiel en cumplir Su pacto. Actualmente, vemos cómo Dios cumple otros de Sus pactos a medida que fielmente restaura a la nación de Israel y trae el pueblo judío de regreso a su Tierra luego de miles de años de dispersión. Por lo tanto, reconociendo que Dios hace algo maravilloso para fielmente guardar Su pacto con Israel, prosigamos ahora con otro verso bíblico sobre la Tierra: “Y el SEÑOR dijo a Abram: ‘Vete de tu tierra, de entre tus parientes y de la casa de tu padre, a la tierra que Yo te mostraré. Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga, maldeciré. En ti serán benditas todas las familias de la tierra'” (Gén. 12:1-3).who curses you I will curse and in you all the families of the earth will be blessed’” (Gen. 12:1–3).

Permítame señalarle dos cosas en ese pasaje. Primeramente, Dios le pidió a Abraham que fuese a una tierra específica, a un lugar que le enseñaría. Abraham no tuvo la opción de escoger esa tierra. En segundo lugar, Dios incluyó una promesa. Muchos cristianos tienen un librito que contiene las “promesas de Dios.” Génesis 12:3 contiene la primera promesa incondicional de Dios a Abraham: “Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga, maldeciré.” Si queremos lo mejor de Dios en nuestras vidas, es importante que comprendamos esa promesa. Dios nos dice que si bendecimos a Abraham, seremos bendecidos, y si maldecimos a Abraham, seremos maldecidos. Pero, si Abraham ha estado muerto por varios miles de años, ¿cómo eso aplica a nosotros hoy día?

Continuemos leyendo la Palabra para ver qué tierra Dios le dio a Abraham: “En aquel día el SEÑOR hizo un pacto con Abram, diciendo: ‘A tu descendencia he dado esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el Río Éufrates: la tierra de los Quenitas, los Cenezeos, los Cadmoneos, los Hititas, los Ferezeos, los Refaías, los Amorreos, los Cananeos, los Gergeseos y los Jebuseos'” (Gén. 15:18-21).

También le dijo: “Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra de tus peregrinaciones, toda la tierra de Canaán como posesión perpetua. Y Yo seré su Dios”

(Gén. 17:8, énfasis añadido). Aquí no hay debate. La tierra mencionada aquí es tanto la antigua como la moderna nación de Israel.

Dos Hijos

En Génesis 17:18-20, Abraham pregunta a Dios si el pacto puede cumplirse por medio de Ismael: “Y Abraham dijo a Dios: ‘¡Ojalá que Ismael viva delante de Ti!’ Pero Dios respondió: ‘No, sino que Sara, tu mujer, te dará un hijo, y le pondrás el nombre de Isaac; y estableceré Mi pacto con él, pacto perpetuo para su descendencia después de él. En cuanto a Ismael, te he oído. Yo lo bendeciré y lo haré fecundo y lo multiplicaré en gran manera. El será el padre de doce príncipes y haré de él una gran nación'” (énfasis añadido).

Allí nos dice que Ismael será bendecido, pero no con el pacto de Abraham. Algunos árabes saben que Dios prometió la Tierra a los hijos de Abraham, y desean reclamarla como suya por ser descendientes de Abraham. Pero los descendientes de Ismael ya gobiernan sobre 20 naciones alrededor de Israel, poseyendo dos terceras partes de todas las reservas petroleras del mundo. Realmente han sido ricamente bendecidos, pero no heredarán el pacto que incluye la Tierra de Israel.

Más adelante, en Génesis 26:2-6, Dios se aparece directamente a Isaac y confirma ciertos detalles del pacto con él: “El SEÑOR se le apareció a Isaac y le dijo: ‘No desciendas a Egipto. Quédate en la tierra que Yo te diré. Reside en esta tierra y Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras, y confirmaré contigo el juramento que juré a tu padre Abraham. Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras. En tu simiente serán bendecidas todas las naciones de la tierra, porque Abraham Me obedeció, y guardó Mi ordenanza, Mis mandamientos, Mis estatutos y Mis leyes.’ Habitó, pues, Isaac en Gerar.”

Aquí Dios nuevamente confirma y explica Su pacto. Se refiere a una tierra específica dada a un pueblo específico, a descendientes por ciertos hombres específicos, e incluye una bendición que recibirán todas las naciones por medio de esas personas específicas. Algunos se podrán preguntar: ¿Como Isaac tuvo dos hijos, el pacto no aplicaría a ambos Esaú y Jacob, incluyendo de esa manera tanto a los modernos jordanos como los israelíes? Sin embargo, el Señor parece haber anticipado esa pregunta. “Cuando Jacob volvió de Padán Aram Dios se le apareció de nuevo, y lo bendijo. Y Dios le dijo: ‘Tu nombre es Jacob; no te llamarás más Jacob, sino que tu nombre será Israel.’ Y le puso el nombre de Israel. También le dijo Dios: ‘Yo soy el Dios Todopoderoso. Sé fecundo y multiplícate; una nación y multitud de naciones vendrán de ti, y reyes saldrán de tus entrañas. La tierra que les di a Abraham y a Isaac, te la daré a ti y a tu descendencia después de ti'” (Gén. 35:9-12).

Pacto Eterno

Claramente, el pacto que es sólo con la nación y el pueblo de Israel es pasado de Abraham a Isaac, a Jacob y a la descendencia después de ellos. El mismo lenguaje que Dios usó en Génesis 9:16 para referirse al arco iris también lo usa en Génesis 17:7 sobre el pacto con Abraham. Dios lo llama un “pacto eterno,” o el término hebreo brit olam (םלוע תירב), que significa un acuerdo inquebrantable que durará por siempre y para siempre. En resumidas cuentas, Dios guarda TODOS Sus pactos. Si usted cree que el arco iris es señal del pacto de Dios, entonces podrá creer que Dios dará esa tierra a los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob, quienes hoy conocemos como el pueblo judío.

Finalmente, la Biblia dice que Dios tiene una conexión muy especial con esa propiedad particular, y no hace un reclamo de esa manera sobre ninguna otra tierra del mundo. “Además, la tierra no se venderá en forma permanente, pues la tierra es Mía; porque ustedes son sólo extranjeros y peregrinos para conmigo” (Lev. 25:23).

A Través de la Historia

Ya que hemos establecido que Dios prometió la Tierra de Israel al pueblo judío como posesión eterna, veamos cómo se cumple ese pacto a través de la historia. En 720 a.C., el reino del norte, llamado Israel, fue destruido; muchos de sus habitantes fueron llevados al exilio, y se convirtió en una provincia de Asiria. En 586 a.C., el Templo fue destruido, y el reino del sur, llamado Judá, fue capturado por los babilónicos. Nuevamente, la población fue llevada al exilio.

¿Qué, entonces, pasó con las promesas de Dios sobre Su pacto eterno? Sabemos que los exiliados gradualmente regresaron de su cautividad babilónica, según registrado en los libros de Esdras y Nehemías. Los judíos tuvieron una breve soberanía en la Tierra bajo la dinastía jasmoneana luego de la rebelión de los macabeos, victoria que es celebrada cada año por medio de la fiesta de Jánuca (Fiesta de Dedicación o Festival de Luces). La historia también registra que hubo una presencia continua de judíos en la tierra desde 720 a.C., pese a todas las guerras, masacres, expulsiones y exilios. ¿Pero ese es el cumplimiento de las promesas de Dios y el vívido ejemplo de Su fidelidad al mundo? Nuevamente, veamos lo que nos dicen las Escrituras: “Entonces acontecerá en aquel día que el Señor ha de recobrar de nuevo con Su mano, por segunda vez, al remanente de Su pueblo que haya quedado de Asiria, de Egipto, de Patros, de Cus (Etiopía), de Elam, de Sinar, de Hamat y de las islas (costas) del mar. Alzará un estandarte ante las naciones, reunirá a los desterrados de Israel, y juntará a los dispersos de Judá de los cuatro confines de la tierra” (Isa. 11:11-12).

Si el regreso desde la cautividad babilónica fue la primera vez que Dios reunió a los desterrados de Su pueblo, ¿cuál fue la segunda? Si Dios una vez reunió al pueblo judío desde las regiones orientales, ¿cuándo los reunió desde el oeste y los cuatro confines de la tierra? Durante la década de 1880, millones de judíos comenzaron a regresar a Israel. ¿Será posible que estemos viendo el cumplimiento de Su pacto? “No temas, porque Yo estoy contigo; del oriente traeré tu descendencia, y del occidente te reuniré. Diré al norte: ‘Entrégalos;’ y al sur: ‘No los retengas.’ Trae a Mis hijos desde lejos y a Mis hijas desde los confines de la tierra” (Isa. 43:5-6).

Historia Reciente

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/Gidal Collection
Judíos yemenitas
Judíos etíopes

Durante el pasado siglo, el pueblo judío en la Unión Soviética fue perseguido por el gobierno comunista. En la década de 1970, se acrecentó una ola de protesta exigiendo que el pueblo judío fuese permitido a salir de la Unión Soviética y regresar a Israel. El control soviético comenzó a desmoronarse y, a mediados de los años 80, Mikhail Gorbachev permitió la salida a cada vez mayor número de judíos. El “norte” comenzó a “entregarlos.” En los años 70, bajo un nuevo régimen marxista, Etiopía comenzó a perseguir y castigar a la población judía, rehusando permitirles emigrar a Israel. Pero entre 1984 y 1991, sobre 22,000 judíos etíopes regresaron a Israel (vea el capítulo 11). ¡El “sur” ya no era capaz de “retenerlos!”

¿Será posible que en este siglo 21 somos testigos de cómo el Señor trae de regreso a Su pueblo desde todas las naciones del mundo? En Ezequiel 37, leemos la famosa visión de los “Huesos Secos.” ¿Será posible que el moderno estado de Israel ahora escucha cómo se junta hueso con hueso? “Por tanto, profetiza, y diles: ‘Así dice el Señor DIOS: “Voy a abrir sus sepulcros y los haré subir de sus sepulcros, pueblo Mío, y los llevaré a la tierra de Israel. Y sabrán que Yo soy el SEÑOR, cuando abra sus sepulcros y los haga subir a ustedes de sus sepulcros, pueblo Mío”‘” (Ezeq. 37:12-13).

En el libro de Éxodo, leemos que sobre 600,000 hombres judíos subieron desde Egipto cuando Dios sacó a Su pueblo de la servidumbre y los restauró en su Tierra luego de cómo 40 años. Algunos eruditos estiman que el número total que finalmente entró a la Tierra Prometida fue entre 2 a 3 millones de personas. Hoy día, la población judía en Israel alcanza un poco más de 6 millones de personas, luego de haber sido sólo como 60,000 judíos residentes en 1914 antes de estallar la Primera Guerra Mundial. Durante los pasados 100 años, hemos visto aumentar el número de judíos en Israel sobre cien veces tanto, a medida que Dios los trae a su hogar desde sobre 100 naciones del mundo. Quizás vemos algo mucho más grande que el primer éxodo desde Egipto, ahora que Dios los trae de regreso a la Tierra Prometida en números nunca antes vistos en toda la historia.

Nuestra Responsabilidad

Si Dios realmente está cumpliendo Su pacto y la profecía bíblica respecto al pueblo judío ante nuestros propios ojos, ¿cuál es nuestra responsabilidad? ¿Será importante que ayudemos, o no? Veamos otros versos de la Palabra: “‘¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de Mis prados!’ declara el SEÑOR. Por tanto, así dice el SEÑOR, Dios de Israel, acerca de los pastores que apacientan a Mi pueblo: ‘Ustedes han dispersado Mis ovejas y las han ahuyentado, y no se han ocupado de ellas. Por eso Yo me encargaré de ustedes por la maldad de sus obras,’ declara el SEÑOR. ‘Yo mismo reuniré el remanente de Mis ovejas de todas las tierras adonde las he echado, y las haré volver a sus pastos; y crecerán y se multiplicarán. Pondré sobre ellas pastores que las apacentarán, y nunca más tendrán temor, ni se aterrarán, ni faltará ninguna de ellas,’ declara el SEÑOR” (Jer. 23:1-4).

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“Porque en aquellos días y en aquel tiempo, cuando Yo restaure el bienestar de Judá y Jerusalén, reuniré a todas las naciones, y las haré bajar al Valle de Josafat. Y allí entraré en juicio con ellas a favor de Mi pueblo y Mi heredad, Israel, a quien ellas esparcieron entre las naciones, y repartieron Mi tierra” (Joel 3:1-2).

Hudson Taylor dijo una vez: “Yo solía pedirle a Dios que me ayudara. Luego le pedí que me dejara ayudarle a Él. Ahora le pido que haga Su obra a través de mí.” Hoy día, Dios cumple Sus promesas y demuestra fidelidad a Su pacto con el pueblo judío, devolviéndoles la Tierra de Israel como su posesión eterna. Así como Taylor, nuestra oportunidad es observar lo que Dios realiza en la actualidad y ser partícipe de ello. Parte de esa obra es apoyar al pueblo de Israel a medida que reconstruyen su nación. Es cierto que son humanos tan falibles como usted y yo. Se han equivocado en el pasado y se volverán a equivocar; si somos amigos honestos, no debemos pretender que a veces no fallan.

Pero Dios ama a todos por igual: a usted, a mí, a los palestinos y a todos los demás. Juan 3:16 nos dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquél que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eternal.” ¡Esa es una promesa que podemos reclamar y proclamar! Creo que Dios también nos llama a proclamar Su pacto al pueblo judío en Génesis 17:8: “Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra de tus peregrinaciones, toda la tierra de Canaán como posesión perpetua. Y Yo seré su Dios.” De la misma manera en que el arco iris es señal de la fidelidad de Dios a Su pacto, también el moderno Estado de Israel.

Escuche cuidadosamente… creo que puedo oír las palabras del profeta Amós mientras susurra al aire: “‘Haré volver a los desterrados de Mi pueblo Israel, y ellos reedificarán las ciudades asoladas y habitarán en ellas; también plantarán viñas y beberán su vino, y cultivarán huertos y comerán sus frutos. Los plantaré en su tierra, y no serán arrancados jamás de la tierra que les he dado,’ dice el SEÑOR tu Dios’” (Amós 9:14-15).

 

(Traducido por Teri S. Riddering,
Coordinadora Centro de Recursos Hispanos)

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